Vuelven las luchas, tras más de un año de silencio en la emblemática Arena México, catedral de la colorida lucha libre mexicana, cuya actividad se reanudó gracias a un retroceso del covid-19 en el país.

Aunque las graderías del coliseo en pleno centro de Ciudad de México aún lucen semivacías, el enorme eco que amplifica las voces de los asistentes y los golpes de los luchadores compensan los lugares sin ocupar.

Sobre el ring los luchadores hacen lo suyo. Algunos optan por asumir un personaje siempre enmascarado mientras otros muestran sus rostros fieros y van ataviados con colores estridentes.

Cada salto, llave o maroma culmina con el azote de los cuerpos sobre el piso, en un estruendo que activa voces de asombro y aplausos. Son golpes más histriónicos que dañinos en esta mezcla de deporte y circo.