La detención del periodista y bloguero de 26 años, Roman Protasevich, deja minúsculas cualquiera de las tramas de espionaje de Ian Flaming con su mítico James Bond.

La operación, aprobada por el mismo presidente bielorruso, Aleksander Lukashenko, el domingo 24 de mayo, consistió en llevar a tierra un avión comercial de la compañía irlandesa Ryanair que hacía su ruta normal de, Atenas hacia Lituana, sobre de territorio europeo bajo las normas de cielos abiertos cubierta por una serie de parámetros internacionales a respetar.

En pleno vuelo, el comandante recibió la orden de desviar la ruta para aterrizar en Minsk, la capital de Bielorrusia bajo el argumento de que llevaba una bomba; un avión caza MIG-29 bielorruso escoltó el aparato hasta tocar tierra.

Tenemos información de los servicios de seguridad de que tienen una bomba a bordo que podría detonar sobre Vilna; debemos recomendarles aterrizar en Minsk por motivos de seguridad”, según el texto publicado en la página web del Departamento de Aviación del Ministerio de Transportes bielorruso.

No había bomba, pero si un comando que aguardaba en tierra a Protasevich, junto con su joven novia Sofía Sapega, para ser detenidos dado que el periodista y bloguer llevaba una orden de búsqueda y captura como disidente señalado por el gobierno del dictador Lukashenko.

El gobierno bielorruso esgrime que recibió un mail con una autoría de Hamás que señalaba que volaría el avión como protesta porque la Unión Europea (UE) apoyaba a Israel en su escalada contra los palestinos. Hamás ha negado su implicación.

Por su parte, la UE ha revirado que siempre ha estado a favor de la solución de los Dos Estados (Two State Solution) que reconoce a Jerusalén como capital del Estado Palestino.

Respecto de la violación al espacio aéreo europeo, a los derechos humanos, a la libertad de expresión, la UE ha sido también muy clara mostrando su total condena a lo sucedido a Protasevich, codirigente de Nexta, un canal de Telegram en el que denuncia, desde el fraude electoral en las pasadas presidenciales bielorrusas de agosto, hasta las torturas contra los opositores al gobierno.

A colación

La UE exige el respeto a su vida, a su integridad así como su rápida liberación. En Bielorrusia hay más de 400 presos políticos y constantes arrestos contra opositores; más de 35 mil personas han sido arrestadas hay nuevo Gulag para todo aquel que no esté de acuerdo con Lukashenko.

El pasado martes 25 de junio, todos los jefes de Estado miembros de la UE, acordaron nuevas sanciones y aislar a Bielorrusia tras solicitar a las aerolíneas europeas que eviten su espacio aéreo.

Aquí en Europa hay un profundo malestar y pesa una gran intranquilidad en muchos disidentes perseguidos por Rusia, Bielorrusia y otros gobiernos que los señalan como amenazas por su actividad opositora; después de esta acción ya nadie está a salvo.

La misma UE está desasosegada porque ve detrás de esta operación a los servicios secretos rusos y el apoyo desde el Kremlin a su aliado Lukashenko que gobierna el país desde el 20 de julio de 1994.

La alta comisionada de la Oficina de Naciones Unidas para los Derechos Humanos, Michelle Bachelet, recriminó lo sucedido a Protasevich y el vídeo que Bielorrusia ha hecho circular, junto con fotografías, testimonio de la declaración del periodista y activista opositor en la que se autoinculpa de incitación, de divulgar información en contra del gobierno para provocar disturbios entre otros delitos más.

No hacer nada para ayudar a su liberación, no hacer nada para evitar que sea torturado, no hacer nada para que siga vivo realmente quedará en nuestra consciencia colectiva y, tarde o temprano, nos arrepentiremos de ello.