El primer ministro en funciones israelí, Benjamín Netanyahu, reaccionó hoy al pacto de formación de gobierno del bloque de partidos opositores e instó a diputados derechistas del Parlamento (Knéset) a que se opongan a la coalición, mientras busca frustrar la creación de un nuevo ejecutivo que le obligue a apearse del poder.
«Todos los miembros de derecha de la Knéset deben oponerse a este peligroso Gobierno de izquierdas«, declaró Netanyahu en su primera reacción pública por Twitter tras el acuerdo de anoche entre un amplia amalgama de ocho formaciones que pactaron una coalición.
En caso de hacerse realidad, ésta le derrocaría como primer ministro, después de quince años en el cargo, los últimos doce seguidos.
Tras largas negociaciones hasta última hora, el líder centrista y opositor Yair Lapid, encargado de formar gobierno en Israel, informó ayer al presidente de que logró un pacto para un ejecutivo que aglutina a un amplio conjunto de fuerzas de gran diversidad ideológica -desde la extrema derecha hasta la izquierda, incluyendo un partido árabe-, cuyo único elemento en común es su oposición a Netanyahu.
Sin embargo, este acuerdo es solo político y no tiene validez legal, ya que la materialización del ejecutivo queda pendiente de una votación final en una ceremonia de investidura donde la oposición podría quedarse sin la mayoría de 61 escaños en caso de haber algún tránsfuga que decida oponerse al denominado «gobierno del cambio«.
De hecho, Netanyahu está invocando esa posibilidad con mensajes como el de hoy, que busca presionar a diputados de partidos derechistas del bloque opositor como Yamina o Nueva Esperanza, más afines a la ideología de su partido, el Likud– para que cambien de bando.
Según el pacto de coalición, el nuevo ejecutivo se basaría en la rotación en la jefatura de Gobierno: el ultranacionalista Naftali Benet, líder de Yamina, sería primer ministro los dos primeros años, y después sería remplazado por Lapid, que encabeza la formación centrista Yesh Atid -segunda fuerza en Israel con 17 escaños-.
Aún así, Yamina no parece tener garantizado el apoyo de sus siete diputados: al menos uno de ellos, reticente al acuerdo, retiró hoy su firma de una petición del bloque opositor para hacer una votación el próximo lunes para escoger a un nuevo presidente del Parlamento.
Este cargo -que hasta ahora ostenta Yariv Levín, miembro del Likud y confidente de Netanyahu- es clave, ya que tiene la última palabra para decidir sobre la agenda parlamentaria y el día de la votación del nuevo Gobierno.
Según analistas, sin que la oposición consiga reemplazarlo por su candidato, Levín podría entorpecer el proceso para formar Ejecutivo y apurar hasta el último minuto la fecha de la votación del nuevo Gobierno, y así dar más margen a Netanyahu para convencer a posibles desertores.
Con todo, Lapid instó ayer a Levín a convocar una sesión especial lo antes posible para llevar a cabo el juramento del nuevo Ejecutivo, algo que debe producirse en el plazo máximo de doce días desde que el líder centrista comunicó formalmente el pacto de Gobierno, ayer 2 de junio.
Netanyahu también se reunió hoy con miembros del Consejo Yesha, que aglutina los líderes colonos de Cisjordania ocupada, para abordar maneras de frustrar la creación del Ejecutivo opositor.
Benet, a su vez, convocó mañana a los miembros de Yamina a una reunión en su domicilio para limar asperezas sobre el acuerdo y afianzar la viabilidad de una coalición que, incluso antes de formarse, está marcada por su fragilidad y el riesgo de no materializarse.