Al menos 143 personas han muerto por las devastadoras inundaciones del oeste de Alemania que han trasladado al mundo real la emergencia climática, tema prioritario ahora en la campaña para las elecciones generales que marcarán el adiós a la «era Angela Merkel«.
A la canciller alemana se la espera el domingo en la región afectada, de vuelta el viaje oficial por Estados Unidos donde la sorprendió la catástrofe, que la forzó a una gestión virtual de la crisis. Desde ahí ha estado «en continuo contacto» con las autoridades regionales y con su equipo de gobierno, han explicado fuentes gubernamentales.
Los dos estados federados afectados son Renania Palatinado -donde se confirmaron ya 98 muertos y al que acudirá mañana Merkel- y Renania del Norte-Westfalia, el más poblado del país y al que corresponde el resto de víctimas hasta ahora notificadas, incluidos cuatro bomberos.
La atención se ha centrado en este último Land, cuyo primer ministro, Armin Laschet, es a la vez el candidato del bloque conservador a suceder a la canciller.
Hasta su estado se trasladó hoy el presidente alemán, Frank-Walter Steinmeier -socialdemócrata, aunque formalmente dejó en suspenso su militancia al asumir el cargo- y que ayer, viernes, en una declaración institucional, llamó a la unidad nacional, a la solidaridad y a acelerar la lucha contra la crisis climática.
Este sábado repitió este mensaje desde Erftstadt, uno de los distritos más castigados por el temporal que ha afectado a esa parte del país y la vecina Bélgica. Laschet, por su parte, insistió en que su Land tiene uno de los programas medioambientales más ambiciosos del país, frente a las críticas de Verdes y ambientalistas que le acusan de concesiones a los consorcios energéticos.
Escombros
Los estragos por unas inundaciones de «dimensiones históricas«, en palabras de Laschet, empezaron a revelarse el jueves, jornada que se cerró con 50 fallecidos confirmados. Se teme que el balance final sean aún mayor, dada la enorme destrucción provocada por las aguas y corrimientos de tierras.
En la ciudad de Heinberg, cercana a la frontera con Países Bajos, hubo que proceder anoche a evacuar a cientos de personas tras romperse un dique de contención.
En otras poblaciones afectadas empezaron las labores de desescombro. Se avanza entre el miedo a lo que surgirán bajo las montañas de tierra, casas destruidas y todo tipo de enseres, y la esperanza por los pronósticos meteorológicas, ya que no se prevén más precipitaciones destacables este fin de semana.
Se trabaja asimismo incansablemente por restablecer los servicios básicos. Cien mil habitantes siguen sin suministro eléctrico, el tráfico ferroviario permanece seriamente afectado o cortado, en los puntos más álgidos, lo mismo que algunas carreteras.
Los mayores daños se han producido al desbordarse afluentes del Rin, el Mosela y otros grandes ríos de la región, incapaces de absorber el volumen de las aguas.
El punto más castigado es el distrito de Ahrweiler, vecino a la ciudad de Coblenza. Se trata de la cuenca del Ahr, afluente del Rin y uno de los puntos álgidos de estas inundaciones.
A la espera de ayuda
El Consejo de Ministros abordará previsiblemente el próximo día 21 un paquete especial, en el que se contemplan tanto ayudas directas a los afectados como a la reconstrucción de las infraestructuras arruinadas en la región.
En ello juega un papel más que relevante el ministro de Finanzas, Olaf Scholz, aspirante socialdemócrata a la cancillería, además de vicecanciller en la gran coalición de Merkel.
El titular de Finanzas ha estado omnipresente estos días en las zonas afectadas y ya ha manifestado que no se escatimarán recursos.
Hasta ahora no hay una evaluación ni siquiera aproximada de la cuantía de los daños. En las inundaciones de 2013, menos dramáticas pero que afectaron a ocho de los 16 Länder del país, el ejecutivo aprobó un paquete especial de 8 mil millones de euros.