El presidente de Estados Unidos, Joseph Biden, convirtió este martes su primer discurso ante la Asamblea General de la ONU en un alegato contra el aislacionismo y el autoritarismo, en un momento de dudas entre sus aliados sobre las intenciones de la Unión Americana en el mundo.
Biden negó que busque una «nueva Guerra Fría» con China y trató de reivindicarse como gran promotor de la cooperación global, después de una racha de roces con sus aliados por la retirada de Afganistán y la crisis diplomática abierta con Francia por el contencioso de los submarinos.
«Ahora que cerramos este periodo de guerra imparable, estamos abriendo una nueva era de diplomacia imparable», dijo el mandatario, en referencia a la reciente retirada de las tropas internacionales de Afganistán.
Su mensaje sobre el multilateralismo fue muy similar al que envió a sus aliados cuando llegó al poder en enero pasado, después de los cuatro años de mandato del expresidente Donald Trump, cuya política de «Estados Unidos Primero» se tradujo en frecuentes desplantes a sus socios tradicionales.
No obstante, no está claro que esos aliados recibieran la promesa de cooperación de Biden con el mismo entusiasmo que hace ocho meses, dadas las dudas que ha generado su ejecución de la caótica retirada de Afganistán y el papel de EE.UU. en el desigual reparto global de las vacunas contra el covid-19.
Biden insistió, sin embargo, en que en sus primeros ocho meses de mandato ha «priorizado reconstruir las alianzas» tradicionales de EE.UU., al reactivar la cooperación con la ONU, la OTAN y otros foros internacionales.
También describió a la Unión Europea (UE) como un «socio fundamental» para hacer frente a los problemas globales, pero no se refirió directamente a Francia, que ha acusado a Biden de traición y de tomar medidas propias de Trump al firmar sin avisarles un pacto de defensa que le ha costado a París un lucrativo contrato.
Biden prometió que, cuando actúe en la región «trascendental» del Indopacífico, lo hará con sus «aliados y socios, mediante cooperación y mediante instituciones multilaterales como las Naciones Unidas, para amplificar la fuerza y rapidez» de sus medidas.
Se refería así, sin mencionarlo, al pacto de defensa que ha alcanzado con Australia y el Reino Unido, por el que Washington y Londres ayudarán a los australianos a desarrollar submarinos de propulsión nuclear, en lugar de los sumergibles convencionales franceses.
Poco después, reunido en Nueva York con el primer ministro australiano, Scott Morrison, el presidente estadounidense defendió que su alianza con ese país «está en línea con todas las otras democracias del mundo», sin mencionar directamente a Francia.
Tampoco se refirió por nombre a China cuando defendió, durante su discurso, la voluntad de EE.UU. de mantener una «competición vigorosa» con otras potencias, y de combatir «los intentos de los países más fuertes de dominar a otros más débiles».
«No estamos buscando una nueva Guerra Fría ni un mundo dividido en bloques rígidos», aseguró Biden, después de que el secretario general de la ONU, António Guterres, pidiera a Washington y Pekín contener sus hostilidades.
Biden argumentó que el mundo está empezando una «década decisiva», y que el futuro del planeta dependerá de la capacidad de los países de «reconocer su humanidad común» y «actuar unidos», con la guerra como «último recurso» para defender unos problemas que reclaman cada vez más cooperación.
«Las bombas y las balas no pueden defendernos contra el covid-19. Para luchar contra esta pandemia, necesitamos un acto colectivo de ciencia y voluntad política», agregó el presidente estadounidense.
Su discurso incluyó dos anuncios concretos: la próxima inversión de 10.000 millones de dólares en la lucha contra el hambre en todo el mundo y un plan para duplicar la ayuda financiera de Estados Unidos a la lucha contra la crisis climática.
Ese plan requeriría el visto bueno del Congreso, pero si sale adelante, implicará que EE.UU. elevará a 11.200 millones de dólares anuales la ayuda internacional en esta materia, el doble de los 5.600 millones prometidos en abril.
El mandatario pidió defender la democracia contra los regímenes autoritarios y rindió homenaje a quienes luchan por ella en países como Cuba y Venezuela.
«El futuro pertenecerá a aquellos que abrazan la dignidad humana, no a los que la pisotean», sentenció el presidente.
Tras su reunión con Morrison y otra con el presidente iraquí, Barham Saleh, Biden viajó de vuelta a Washington tras una visita de menos de 24 horas a Nueva York para participar en los actos de la Asamblea General, marcada todavía por la pandemia