Adís Abeba, 10 nov (EFE).- Al menos dieciséis mujeres de la región etíope de Amhara fueron violadas por rebeldes del Frente Popular de Liberación de la vecina región norteña de Tigray (FPLT) en un ataque cometido en agosto pasado, denunció hoy Amnistía Internacional (AI).

En un comunicado, la ONG pro derechos humanos señaló que pudo hablar con dieciséis mujeres violadas por miembros del FPLT, en guerra contra el Gobierno federal desde hace más de un año.

Durante los nueves días – entre el 12 y el 21 de agosto – en que el FPLT controló la ciudad de Nifas Mewcha, en Amhara -región en la que han penetrado las fuerzas rebeldes durante los últimos meses-, las víctimas aseguraron haber sufrido robos y abusos físicos y verbales.

En este sentido, quince de las dieciséis entrevistadas por la organización aseguraron haber sufrido violaciones en grupo.

«Los testimonios que oímos de las supervivientes describen actos despreciables de los combatientes del FPLT, que equivalen a crímenes de guerra y, potencialmente, crímenes de lesa humanidad», dijo la secretaria general de Amnistía Internacional, Agnès Callamard.

Según un funcionario de la Oficina del Gobierno local para Asuntos de la Mujer, la Infancia y la Juventud, 71 mujeres denunciaron haber sido violadas durante ese tiempo por combatientes tigriños, una cifra que el Ministerio de Justicia etíope sitúa en 73 víctimas.

Es el caso de Bemnet, cuyo nombre fue cambiado por motivos de seguridad (como el del resto de las supervivientes), que fue violada en su casa por un grupo de rebeldes la noche del 14 de agosto.

«Sospeché sus intenciones y envié fuera a mis hijas para que se mantuvieran alejadas de la casa. (Los soldados) me dijeron que las trajera a casa. Les dije que no vendrían. Empezaron a insultarme. Decían ‘Amhara es un burro’, ‘Amhara es un inútil’…», explicó a AI esta madre de 45 años.

Aunque uno de los combatientes trató de convencer al resto para que dejaran de insultarla, sus compañeros lo echaron de la casa y los otros tres la violaron «por turnos», relató Bemnet.

VIOLACIONES POR VENGANZA

Los rebeldes no solo insultaron a las víctimas maldiciendo su etnia, sino que también les dijeron en algunos casos que las violaban en venganza por las agresiones sexuales cometidas contra las mujeres tigriñas por las fuerzas que apoyan al Gobierno etíope.

Organizaciones de derechos humanos, como la propia AI o Human Rights Watch (HRW), ya denunciaron durante el conflicto el uso de la violencia sexual «como arma de guerra», perpetrada sobre todo por las fuerzas Eritreas, aliadas del Gobierno etíope y aún presentes en la parte occidental de Tigray.

Según las víctimas, tras agredirlas sexualmente, los combatientes del FPLT saquearon sus casas y negocios, robando comida, joyas y teléfonos móviles.

De las dieciséis víctimas entrevistadas, quince aseguraron sufrir ahora problemas de salud física y mental, incluyendo síntomas como dolor de espalda, sangre al orinar, dificultades para caminar, ansiedad y depresión.

Sin embargo, debido a la destrucción del hospital de la localidad, ninguna mujer ha tenido acceso a una atención médica «exhaustiva» tras la violación, incluidas medidas anticonceptivas de emergencia o tratamiento de profilaxis contra el VIH y otras enfermedades de transmisión sexual.

A ese respecto, HRW denunció hoy que, dada la devastación de los centros de salud de Tigray, el bloqueo a la asistencia y a la prestación de servicios esenciales impuesto por el Gobierno etíope impide que las personas sobrevivientes de violencia sexual puedan recibir atención tras una violación.

Según una investigación conjunta de la Oficina de Derechos Humanos de la ONU y la Comisión Etíope de Derechos Humanos publicada el pasado día 3, todas las partes que luchan en el conflicto han cometido actos de violencia sexual y otros abusos.

La guerra entre los rebeldes de Tigray y el Ejecutivo central estalló el 4 de noviembre de 2020, cuando el primer ministro etíope, Abiy Ahmed, ordenó una ofensiva contra el FLTP, partido que gobernaba entonces la región, en reacción a un ataque a una base militar federal.

Hasta ahora miles de personas han muerto, dos millones han sido desplazadas internamente en Tigray y al menos 75.000 etíopes han huido al vecino Sudán, según datos oficiales.