Chiapa de Corzo (México), 15 enero (EFE).- Cientos de personas vestidos de parachicos salieron este sábado a las calles principales de Chiapa de Corzo -en el sureño estado de Chiapas, México- en un ambiente de esperanza después de un año complejo por la covid-19 y el accidente vial en el que fallecieron 56 migrantes.
Los parachicos son danzantes tradicionales de la fiesta grande de Chiapa de Corzo, que tiene lugar del 4 al 23 de enero. Sus orígenes son prehispánicos pero con el tiempo se fue fusionando con el catolicismo.
Los danzantes usan una máscara de madera y una prenda de vestir estilo poncho de colores que se denomina sarape. En la cabeza llevan una montera, que es una especie de casco decorado de manera que asemeja el rubio del cabello de los españoles en la época de la colonia.
Con este atuendo salen por las calles a bailar al son del tambor y una flauta llamada flauta de carrizo o pito. En su recorrido bailar por las calles y visitan templos y casas.
«Salimos a danzar porque es importante sanar el alma, el corazón y la vida, estamos en tiempo de pandemia, estamos conscientes de eso, creo que lo más importante es que salgamos con esa fe y devoción para que nuestros santos y principalmente Dios nos van puedan salvar», dijo a Efe Guadalupe Rubisel Gómez, patrón de los Parachicos desde 1999.
Gómez, relató que esta danza se realiza desde hace más de trescientos años en honor al Señor de Esquipulas (una imagen de Jesús Crucificado) y de dos santos del catolicismo: San Antonio Abad y San Sebastián Mártir.
Agregó que después de un año de pandemia es necesario prepararse para danzar y cumplir, dijo minutos antes de salir a las calles a danzar con otros cientos de parachicos que van llegando desde todos los estados del país para reencontrarse con el Señor de Esquipulas, al que en 2021 no pudieron bailar.
En esta ocasión, solo bailaron en los patios de las ermitas y las iglesias para respetar las normas, ya que no está permitidos los actos donde se aglomeren mucha gente.
Mauricio de la Cruz, expresó que esta es una tradición arraigada del pueblo de Chiapa de Corzo. «Desde niño salgo y esta danza la traigo muy arraigada por motivos muy personales y es muy íntimo, pero la fe en el todo poderoso es la mejor medicina», compartió.
Mientras avanzaba la comparsa de Parachicos por las calles y lanzaban vivas a los santos y a la Virgen.
Doña María Guadalupe Martínez, habitante Chiapa Corzo dijo a Efe: «Es muy importante porque es la alegría de nuestro pueblo, nuestras tradiciones nuestras costumbres y me siento orgullosa de ser chiapacorseña».
Antes de perderse entre los danzantes y visitantes envío un mensaje de aliento para todos los convalecientes por la covid-19 , «que dios les conceda salud, cuidándonos, protegiéndonos y que toda la gente que esté enferma se fortalezca y salga bien de esa enfermedad», añadió.
En esta tradición, que comenzó en 1711, se calcula que participan habitualmente alrededor de 6.000 personas, pero por la pandemia el número se redujo considerablemente este 2022.
Los parachicos son dirigidos por un patrón que porta una máscara de expresión severa, una guitarra y un látigo para castigar simbólicamente el pecado y la desobediencia, mientras toca la flauta, seguido por los mayordomos y autoridades que responden con aclamaciones, lo mismo que los jóvenes y niños que imitan los movimientos de los adultos.
La danza de los parachicos es la transmisión de conocimientos ancestrales heredados. Fue en 2010 declarada Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por la Unesco (Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura).