Esta frase tiene mucho que ver en la forma de actuar de los que nos rodean y en nosotros mismos, pues cada persona es un universo diferente. Pues tus pensamientos, ideales, gustos, inseguridades, traumas, no son lo mismo que el de tu hermano, padres, amigos y parejas, y es en esta última en donde más salen a flote nuestra más profunda personalidad.

La mayoría de nuestra forma de ser comienza desde que estamos en casa, nuestros padres nos forman de una manera que, al crecer, nosotros complementamos esas baces con lo propio, como expresarnos, canalizar nuestras emociones, el modo de vincularnos con los demás, el modo de demostrar afecto, de confiar en las personas, y hasta en el modo de desenvolvernos dentro de una relación sentimental.

Es cierto que cuando conocemos a nuestra pareja, comenzamos a sentirnos en las nubes, creemos que estamos en un sueño y no queremos despegarnos nunca de el o ella y comenzamos a tener una clase de apego que sin darnos cuenta ahí está.

El psiquiatra birtánico John Bowlby se baso en sus propias vivencias y en observaciones del comportamiento infantil, estableció que los niños necesitan una relación cercana y sostenida con su madre o cuidador principal que les brinde protección para desarrollarse emocionalmente y así nació su teoría de apego.

Los psicólogos estadounidenses Cindy Hazan y Phillip Shaver llevaron sus postulaciones teóricas de una forma amorosa, pues concluyeron que mucha tenía que ver el estilo de crianza para sus futuras elecciones de pareja y la forma en que las construirán “Amamos como nos amaron”.

El apego  puede definirse como un tipo de habilidad para formar un vínculo emocional y físico hacia otra persona, mismo que da una estabilidad y seguridad necesaria para tomar riesgos, crecer y desarrollar una personalidad.

Existen 4 tipos de apego que las personas replican con sus parejas en la dultez y se trata del apego seguro, inseguro-evitativo, inseguro ansioso-ambivalente y desorganizado, en otras palabras se resumen mejor como comodidad, hiperautonomía, dependencia y amenaza.

El apego seguro o de comodidad: De adulto se siente cómodo con la cercanía e interdependencia en las relaciones, reconoce sus emociones, expresa sus necesidades afectivas y entabla vínculos duraderos; cree ser digno del amor de los otros, el cual es confiable y dependiente. Es el tipo más saludable de apego. “Una persona con apego seguro busca la proximidad del otro como una forma de obtener seguridad y protección, mientras que aquellos con estilos de apego inseguros, desactivan las necesidades de apego para resguardarse de un potencial abandono y/o rechazo”.

Apego inseguro-evitativo o de hiperautonomía: El niño crece con la idea de que no puede contar con los demás, con desilusión porque no se siente atendido ni valorado, ya que buscar a la madre para satisfacer sus necesidades significa rechazo. Se convierte en una persona huidiza, desconfiada, que vive la necesidad de afecto como una debilidad y reprime sus sentimientos. “No está cómoda con la intimidad e interdependencia de las relaciones y las personas con que se relaciona no son confiables ni dependientes”, dice la psicóloga. Cuando hay problemas o discrepancias, pone distancia y huye.

Apego inseguro ansioso-ambibalente o de dependencia: El resultado es un adulto ansioso e inseguro en sus relaciones, con baja autoestima, que vive pendiente de la aprobación del otro, “cree no ser digno de su amor y teme ser abandonado”. También le resulta difícil confiar, tiene miedo al rechazo o a ser traicionado. Puede que agobie a su pareja, por la ansiedad que le provoca la separación. Suele involucrarse en vínculos altamente dependientes y los sabotea, mediante los celos o el melodrama.

Apego desorganizado o de amenaza: De adulto, sus relaciones íntimas están conformadas por la agresividad, de manera que anticipa que va a ser agredido por los demás. Aunque lo que necesita es seguridad, tenderá a romper las relaciones fácilmente o bien rechazar al otro, porque lo vive como peligroso”, explica Becerra. Le cuesta identificar y regular sus emociones, “con un intenso sentimiento de confusión y dificultades para respetar los derechos y los límites del otro”. Esto, porque aprendió una forma de relacionarse en que no había respeto por lo que sentía (de niño), sino autoritarismo.

De acuerdo a Hazan y Shaver, solo el 56 por ciento de la población tiende a establecer un apego seguro.

Quien tuvo un tipo de apego en la infancia, no quiere decir que debe forzosamente ser igual con sus parejas, enredado en vínculos disfuncionales, aprendamos a soltar este tipo de apegos y comencemos a vivir un apego seguro.

¿Ya detectates tu tipo de apego? es momento de acrtuar.