El equipo de rescate a cargo de liberar a un niño que cayó a un pozo de agua en el este de Afganistán logró perforar esta tarde una gran piedra que obstruía el camino y aproximarse a la cavidad en la que el menor se encuentra atrapado.
«La gran piedra, que separaba el nuevo pozo cavado por el equipo de salvamento y aquel en el que se encuentra Haider atrapado, está ahora perforada y el equipo de rescate se ha aproximado», dijo a Efe Zabiullah Jawhar, portavoz del jefe de policía de la provincia de Zabul, donde ocurrió el accidente.
Las autoridades del Gobierno de los talibanes, empresas de construcción y otros ciudadanos trabajan contra reloj desde hace más de 46 horas para rescatar al niño de seis años, aunque la escasez de recursos mecánicos dificultan la operación.
Ante esta demora, varios hogareños reunieron varios suministros para el niño, como agua y galletas, que le bajaron mediante un cable que conecta la superficie con su ubicación, junto con un teléfono móvil para que su padre pudiera ponerse en contacto con él.
Un vídeo compartido en redes sociales muestra parte la conversación entre el primogénito y su hijo.
«Hijo por favor no llores, te envío el teléfono y agua, por favor no llores», dice el padre a un Haider desconsolado, que le pide que sea él quien baje y lo rescate.
También en redes sociales se suceden los mensajes en los que comparan este accidente con el caso del niño Rayan, rescatado sin vida tras casi 100 horas en el fondo de un pozo en Marruecos, y lamentan que la atención mediática internacional no sea la misma para este joven afgano.
Este suceso se produce en medio de una profunda crisis económica en Afganistán, por lo que los gobiernos provinciales tienen cada vez menos recursos para hacer frente a las emergencias o las necesidades básicas del país.
A pesar de que se han producido casos de menores que han caído a pozos en Afganistán, ni las autoridades ni los familiares toman medidas serias para evitarlo, ya que se les permite deambular libremente por las aldeas sin que nadie se haga cargo de ellos a partir de los dos años de edad.
La mayoría de los pozos se construyen en áreas rurales para hacer frente a la sequía o para cultivar amapola en zonas donde no llega el agua, y no tienen cubierta para evitar la caída de animales o personas.
El caso más reciente sucedió el año pasado, cuando un niño cayó a un pozo en la provincia meridional de Helmand. Tras varias horas de operaciones de rescate, el menor fue sacado vivo del hoyo, pero falleció al poco tiempo en el hospital.