Es como si el pasado no existiese: como si la Historia per se no fuese ese gran almanaque de recuerdos que deja lecciones para aprender a fin de mejorar las decisiones y de evitar la recurrencia de los errores. Sobre todo porque la Historia tiene una dialéctica, con ciclos y fases, que vuelven recurrentemente en el tiempo.
La osadía de Finlandia, de romper sus 77 años de neutralidad, tras reafirmar su intención de participar activamente en la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) no solo es una decisión histórica por las consecuencias geopolíticas y geoestratégicas de dicha implicación sino que podría abrir la caja de Pandora y provocar una gran confrontación global con Europa nuevamente como escenario.
Unas horas antes del anuncio realizado por el presidente Sauli Ninistó y la primera ministra, Sanna Marin, el primer ministro británico, Boris Johnson, arropó la decisión aventurando que si Rusia ataca militarmente ya sea a Finlandia o a Suecia, entonces Reino Unido utilizará a su ejército para defenderlos.
La decisión finlandesa discutida seriamente por sus parlamentarios –en su mayoría la avalan– también refleja el sentir ciudadano y surge cuando se cumplen 78 días de invasión de las tropas rusas a Ucrania y en un momento que podría ser evaluado como de relativa debilidad del ejército ruso.
Las bajas siguen. De acuerdo con Kiev, un total de 26 mil 650 soldados rusos han caído en combate y un importante arsenal ruso ha sido destruido: un total de 199 aviones, 161 helicópteros, 398 drones, 1 mil 195 tanques, 2 mil 873 fragatas, 534 sistemas de artillería y 87 sistemas antiaéreos; así como 191 carros de combate; 76 tanques de combustible, 13 barcos militares, 2 mil 019 vehículos, 41 equipos especiales y 4 sistemas móviles.
De media, Rusia pierde diariamente 342 soldados y los drones baratos turcos como el Bayraktar utilizados por los ucranios continúan haciendo estragos y destruyendo las formaciones de columnas de tanques y de otros vehículos militares. Nada le sale bien al dictador Vladimir Putin.
Ayer, mientras Finlandia causaba un terremoto geopolítico, las tropas ucranias recuperaban Járkov. Desde hace más de una semana, los soldados ucranios han comenzado a recuperar diversas localidades del este y del sur de su país. Prácticamente los rusos se han enrocado en Mariúpol y en el Donbás mientras bombardean Odesa desde los barcos que tienen en el Mar Negro. Parecen meras maniobras distractoras.
Finlandia está además asesorada en este movimiento por Estados Unidos y da este paso importantísimo bajo la percepción de que hay una debilidad en la estrategia rusa: pierden soldados, el 30% de su arsenal y capacidad militar ha sido destruido. Los francotiradores han matado a 12 generales y han visto hundirse a barcos con cierta carga emotiva ligados al orgullo eslavo como el Moskvá. Encima corren ríos de tinta y de rumores en torno a la mala salud de Putin.
Desde el Pentágono su titular, Lloyd Austin, descarta que Putin llegue a ordenar un ataque nuclear y si bien lo minimiza, ya Washington tiene un grupo de monitoreo y de respuesta en caso de que llegue a suceder.
A COLACIÓN
Como se anticipaba, tras el anuncio de Finlandia, el mensaje desde Moscú ha sido claro: “Su ingreso dañaría gravemente las relaciones bilaterales, así como la seguridad y la estabilidad del norte de Europa”.
El Kremlin amenazó con medidas de represalia. Su portavoz, Dmitri Peskov, calificó a Finlandia de “inamistosa” y advirtió que tendrán que tomar medidas militares y otras técnicas.
La rabia de Putin se ha dejado sentir porque Gazprom ha cortado su suministro de gas a Europa –vía Polonia– desde su gasoducto Yamal. Europa pagará muy caro el apoyo a Ucrania y muy caro el refortalecimiento que intentan no solo la UE, sino también, la OTAN.
Esa valentía –temeridad o estupidez– podría terminar desatando una gran guerra en la que Putin solo tenga como opción morir matando. Después de Finlandia se espera el anuncio de Suecia de solicitar su ingreso a la OTAN, ambas adhesiones, necesitan contar con la unanimidad de todos los países miembros de la Alianza, a la fecha 30.
El campo de batalla podría ampliarse como consecuencia. Y si, Finlandia y Suecia, realmente ingresan en la Alianza muy seguramente otros países también buscarán adherirse sobre todo aquellos convencidos de los valores de la libertad, de la democracia y del respeto a la soberanía.
Vendrán días atemorizantes. Cualquier movimiento podría ser la señal o la intención rusa de expandir su guerra. El Kremlin lleva días barajando la opción de implementar la Ley Marcial y desde hace cuatro semanas convocó a reclutas de entre 18 a 25 años para recibir entrenamiento militar. Estamos en un momento histórico delicadísimo… el mundo podría ser totalmente distinto pasado mañana.