¿Y si fuese posible un ataque bioterrorista con cientos o miles de fallecidos? Esa misma pregunta se realizó Tara O´toole, meses antes del 11 de septiembre de 2001. De hecho, ella se encargó de realizar una serie de maniobras clasificadas como Operación Dark Winter para demostrarle al nuevo gobierno del entonces presidente, George Walker Bush, la enorme vulnerabilidad del sistema de defensa y seguridad norteamericano ante, por ejemplo, un potencial ataque con el virus de la viruela.
O´toole, que había ocupado el puesto (1993 a 1997) de subsecretaria de Seguridad y Salud Ambiental del Departamento de Energía, puso sobre de la mesa Oval de la Casa Blanca, el tema a debate del bioterrorismo.
A Bush, en junio de 2001, el informe presentado por O´toole en cierto sentido le pareció una exageración, ¿quién querría atacar a Estados Unidos esparciendo el virus de la viruela? Y todavía más le pareció chocante la propuesta de contar con un almacenamiento importante de la vacuna contra la viruela para toda la población norteamericana. Significaría gastar en algo que él no tenía previsto cuando su prioridad implícita era más armamento.
Precisamente, del 22 al 23 de junio, de dicho año se llevó a cabo un gran ejercicio liderado por el Johns Hopkins for Civilian Biodefense Strategies, el Analytic Services Institute for Homeland Security así como el Oklahoma National Memorial Institute for the Prevention of Terrorism.
Básicamente fue el primer simulacro de bioseguridad en Estados Unidos basado en un ataque sorpresa para esparcir el virus de la viruela entre la población, una guerra biológica en una nación que a pesar de sus atalayas bélicas carecía de preparación alguna ante amenazas contra enemigos invisibles.
Los virus y las bacterias como armas letales de guerra, la intención de O´toole era reforzar esos flancos y evidenciar las debilidades en su capacidad de respuesta; la prioridad inmediata encaminaba a mejorar los sistemas de prevención y crear esquemas de actuación asertivos y eficaces para atender una emergencia de tal envergadura que implicaba involucrar a la infraestructura del propio sistema de salud.
¿Qué hacer ante una crisis de seguridad nacional provocada por una arma biológica? Una que, por ejemplo, tuviera como eje una infección altamente propagable y sobre todo de elevadas tasas de mortalidad; de todas las potenciales armas biológicas, la viruela, es históricamente la más temida.
A COLACIÓN
El ejercicio se dividió en tres etapas: 1) Primera exposición por un acto de bioterrorismo, número de personas infectadas por el virus de la viruela durante un ataque simultáneo en tres centros comerciales separados en Oklahoma, Filadelfia y Atlanta; personas inicialmente contagiadas unas tres mil tan solo con una pequeña cantidad del virus; 2) seis días después habría otras dos mil personas más infectadas en 15 estados con más de 300 muertos; la nación enfrentaría un cierre de fronteras por parte de una serie de países temerosos de contagiarse lo que haría más difícil el comercio y los viajes; 3) trece días después, la epidemia tendría 16 mil casos de contagio en 25 estados de la Unión Americana y cerca de mil personas habrían fallecido. En el peor escenario, se podría llegar a 300 mil nuevos casos y cerca de 100 mil muertos por viruela o bien hasta los 3 millones de casos con un millón de fallecidos.
Colateral al temor de la gente por contagiarse y morir y ante la preocupación del efecto económico se daría paso a una guerra informativa para confundir a la población con la finalidad de confrontarla con las versiones de los medios de comunicación y sobre todo con las autoridades sanitarias, los gobernantes y la Casa Blanca.
Una confusión provocada por un gobierno extranjero basada en vídeos, audios y notas con supuestas curas a la viruela, otros para provocar terror alertando de un creciente número de muertos buscando confrontar a la gente entre sí utilizando la estrategia del “sálvese quién pueda”.
¿Qué escenario internacional hipotético fue utilizado como base para desarrollar el simulacro de dicho ataque biológico? Se hizo con el siguiente: “La economía de la Unión Americana es fuerte si bien hay tensiones crecientes entre Taiwán y la República Popular de China. Hay la sospecha de que un teniente de Osama Bin Laden recientemente arrestado en Rusia adquirió 50 kilogramos de plutonio y patógenos biológicos en algún sitio de la extinta Unión Soviética”.
La viruela tiene una tasa de mortalidad del 30% es una de las enfermedades más contagiosas y con una serie de manifestaciones tanto físicas como internas en el organismo humano bastante indeseables.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) refiere que en el siglo XX “la viruela mató hasta 300 millones de personas” y dejó graves secuelas, como la ceguera en otros tantos millones.
William Patrick, decano científico del programa ofensivo de armas biológicas de Estados Unidos (estuvo vigente desde 1943 hasta que finalizó en 1969 por orden del presidente Richard Nixon) argumentó en una reunión en la Casa Blanca que un arma cargada con 1 gramo del virus de la viruela sería suficiente para infectar a 100 personas mediante un ataque con aerosoles y si ésta tuviese 30 gramos del mismo patógeno provocaría 3 mil contagios.
Por eso es que Dark Winter desnudó la vulnerabilidad de la nación americana ante una posible guerra biológica con un virus que fue erradicado en 1980. Desde entonces, Estados Unidos tiene reservas de la vacuna de la viruela… hablamos de la viruela negra o humana o smallpox. Otra cosa es la viruela de mono.