La OTAN le ha perdido el miedo a Putin. Finlandia y Suecia le han perdido el miedo a Rusia y el respeto al dictador ruso, demostrando que están dispuestas a no dejarse amedrentar.

La invasión rusa a Ucrania ha demostrado que la Rusia de Putin no es un vecino de fiar.

De la solicitud formal de ingreso de sus vecinos nórdicos, el dictador ruso declaró que su país no tiene “ningún problema con estos estados” y aseveró que habrá una “respuesta militar-técnica” si la OTAN coloca arsenal nuclear aunque por el momento no ve una amenaza directa.

Rusia analiza responder en la misma proporción a esta estrategia de extensión, ha advertido que habrá reacciones proporcionales a lo que Putin calificó de “interminable política expansiva”.

Ni siquiera hace dos meses se podría prever que Finlandia y Suecia dieran tal vuelco rocambolesco a su postura de vecindad. De consumarse su ingreso, Europa septentrional al completo estaría bajo la órbita de la Alianza. La OTAN vería así reforzado ese flanco que por años era vulnerable porque de los nórdicos solo Noruega está dentro del  Tratado.

La política finlandesa, con casi ocho décadas ejerciendo una pax neuter, convencida de no hacerse ni para uno, ni para el otro lado, ha variado radicalmente con el paso de los días desde que inició la invasión el pasado 24 de febrero. Para Suecia, el cambio de postura es todavía más dramático y se ha logrado gracias a que los socialdemócratas –tradicionalmente reticentes a que Suecia tome partido– han decidido avalar en el Congreso el cambio histórico.

Suecia rompe casi dos siglos de neutralidad desde que en 1834 el rey Gustavo XIV la proclamó y continuó con esa herencia que llevó a la nación escandinava a no pronunciarse ni en la Primera Guerra Mundial ni en la Segunda Guerra Mundial.

Para Finlandia que sabe lo que es vivir bajo el imperio eslavo, la relación con Rusia es más de amor y de odio a la vez; con su ingreso a la Alianza reafirma su convicción, como nación libre y soberana, una nación europea a todas luces.

Putin con su asonada bélica ha abierto la coyuntura. Y en este tablero cada jugador juega sus piezas, Finlandia y Suecia, saben bien más que nunca que la pertenencia a  la OTAN es un  paraguas imprescindible para frenar los apetitos imperialistas de Putin en el Ártico.

A COLACIÓN 

Putin está logrando justamente todo lo contrario de lo que pretendía, me confío  el coronel José Luis Calvo Albero, titular de la División de Coordinación y Estudios, en la Secretaría General de Política de Defensa.

Desde la sede del Ministerio de Defensa en Madrid, el experto militar reflexiona cómo la frontera que la OTAN compartía con Rusia de unos 800 kilómetros tendrá con el ingreso de Suecia y de Finlandia más de dos mil kilómetros.

Calvo Albero me comentó que el Báltico pasa por países de  la OTAN, prácticamente solo queda Kaliningrado y San Petesburgo con salida al Báltico. Suecia y Finlandia son países no muy grandes, pero militarmente  tienen su relevancia, con  modelos propios  y su unión a la OTAN reforzará a la Alianza; y sobre todo  el gesto de que dos países tradicionalmente neutrales y que han mantenido con Rusia  una actitud de consistencia, de neutralidad, de repente se pasen a la Alianza es  decirle a Moscú que no va nada bien.

El coronel español tiene una amplia experiencia profesional, de hecho, ha estado en el Cuartel General de Despliegue Rápido italiano en la OTAN y ha participado en varias operaciones como en Bosnia-Herzegovina y en Afganistán.

Le pregunté acerca del Ártico: “Es otro  punto muy importante. El Ártico si seguimos con el calentamiento global  lógicamente se convertirá en una vía marítima de primer orden entre Asia y Europa y Rusia tiene una situación de ventaja lo que pasa es que todos los nórdicos y los  escandinavos como parte de la Alianza cambian la relación de fuerzas en dicha zona. El norte siempre se consideraba como uno de los puntos débiles porque estaban solo Noruega e Islandia… ahora es un cambio importante”.

Que la invasión rusa a Ucrania está cambiando al mundo no cabe ninguna duda, no es una coyuntura más, vendrán modificaciones estructurales; por ejemplo, en el sector energético. El veto al crudo ruso anunciado estos días por la Unión Europea (UE) acelerará las energías renovables.

¿Cuánto puede durar esta maldita invasión? Sigue siendo la pregunta del millón de dólares y aquí hay solo dos voluntades: Putin con su afán en la escalada y los ucranios dispuestos a morir por su país.