Todo se ha dinamitado con la invasión de Rusia a Ucrania desde hace más de cien días porque el Kremlin ha decidido confrontarse contra la Unión Europea (UE) y como parte de este escenario África también juega un papel relevante para los apetitos rusos y no se diga chinos.

La visita de Serguéi Lavrov a Argelia, el diez de mayo pasado, con motivo de 60 aniversario del restablecimiento de las relaciones entre el país africano y Rusia motivó una visita del canciller ruso para ver en persona a, Abdelmadjid Tebboune, presidente de Argelia. Nada más significativo en medio de los roces que España lleva acumulando en los últimos meses por el tema del Sáhara Occidental.

Las ambiciones colonialistas rusas y chinas en el continente africano para el siglo XXI son profundas, han llegado en forma de vacunas antiCovid, de medicamentos, de financiamiento e inversiones. La Nueva Ruta de la Seda del mandatario chino, Xi Jinping, tiene en varios países africanos proyectos clave de infraestructura para explotar los recursos naturales y crear redes de comunicación para facilitar el traslado de las mercancías chinas.

Rusia mira a África con su visión geopolítica y militar. El negocio de la venta de armas, las bases militares, la filtración del Grupo Wagner en diversos conflictos maniobrando a favor de los intereses del Kremlin en la región. La Cumbre de Sochi –octubre de 2019– con 43 líderes africanos acudiendo a un besamanos con el dictador ruso, Vladimir Putin,  es un parteaguas relevante para los apetitos imperialistas de Moscú.

Putin no puede ocultar más que esa “vuelta a la grandeza” de Rusia que él pretende mantiene jugadas estratégicas no solo en Europa, también en América Latina, Asia y África.

En medio los europeos caen  como niños imberbes en todas las trampas. Esa Europa que ya una vez planearon repartirse, Adolph Hitler y Iósif Stalin, hasta que ambos dictadores decidieron traicionarse porque recelaban el uno del otro.

La vuelta del ciclo: en  medio de esta dialéctica atroz, Moscú lleva años poniendo el ojo en recuperar territorios en Europa. Para Putin el tamaño importa, cada potestad territorial suma en lo militar y en lo geopolítico.

Con el Magreb hay ocultos muchos intereses, tanto internos de los propios territorios que lo conforman ( Mauritania, Marruecos, Argelia, Libia, Túnez y el Sáhara Occidental) como de las potencias externas. Fundamentalmente China y Rusia, porque Europa hace tiempo que dejó sus intereses colonialistas en un continente que le da más problemas migratorios que alegrías.

El actual conflicto diplomático en el que España está viéndose envuelta con Marruecos y con Argelia, en realidad tiene en el fondo de la botella, la disputa del Magreb entendida ésta como una región con importantes salidas hacia el Mediterráneo Norte; al Oeste del Atlántico y con el Sáhara como disputa.

A COLACIÓN

A España ya le costó la caída de su  anterior ministra de Exteriores, Arancha González Laya, en julio de 2021, tras filtrarse a la prensa que el país ibérico había concedido un permiso “humanitario” a Brahim Ghali, secretario general del Frente Polisario, para ser ingresado en un hospital en Logroño aquejado de SARS-CoV-2.

Desde entonces no ha hecho más que enrarecerse el clima político de España con Marruecos y con Argelia; con el Sáhara Occidental de por medio mientras que Laya en su momento debió comparecer para explicar todas las razones de permitir que el  actual presidente de la República Árabe Saharaui Democrática (RASD) fuese atendido de urgencia en territorio español y no, por ejemplo, en Portugal o en Francia.

Ese hecho ha derivado ya en una crisis diplomática con Marruecos y en otra actual, con Argelia. La política exterior española ha cambiado radicalmente desde entonces en su posición hacia  el pueblo saharaui rompiendo décadas  de apoyo hacia la resolución de la ONU a favor de un referendo para definir su autodeterminación.

La caída de Laya no contentó a la realeza marroquí que interpretó el apoyo a Ghali como una grande afrenta que se ha cobrado utilizando el hambre y las necesidades de los migrantes marroquíes como un arma arrojadiza para colapsar las fronteras españolas.

Los saltos a la verja, las pateras y la llegada masiva por mar hacia Ceuta y Melilla de miles de jóvenes y mujeres con niños en brazos abrió una enorme crisis migratoria colapsando los centros españoles de atención.

La recurrente utilización de la migración como una potencial arma de guerra, como un instrumento de presión y de chantaje, tiene a los países del llamado primer mundo absolutamente desbordados. Y a Rusia bebiendo vodka para festejarlo…

Twitter: @claudialunapale