La inflación de Estados Unidos volvió a bajar en agosto, por segundo mes consecutivo, y situó su tasa interanual en el 8,3 %, dos décimas menos que en julio, según los datos publicados este martes por la Oficina de Estadísticas Laborales (BLS).
Con respecto al mes anterior, los precios de consumo subieron una décima, después de haberse mantenido estables en julio, pese a la bajada del 10,6 % de los precios de la gasolina.
Los precios de los alimentos continuaron aumentando, el 0,8 % mensual en agosto, y los precios generales de la energía se redujeron el 5 %.
La inflación subyacente, que mide la subida de los precios de consumo quitando los de los alimentos y la energía, los más volátiles, subió el 0,6 % en agosto y la tasa interanual se situó en el 6,3 %, cuatro décimas más que en julio.
Esta segunda bajada continuada de la tasa de inflación, que en junio alcanzó su cifra más alta en cuarenta años, da un pequeño nuevo respiro a la economía estadounidense, que a finales de julio entró en lo que los expertos consideran una recesión técnica al encadenar dos trimestres de caídas del producto interior bruto (PIB).
Un diagnóstico que, sin embargo, no comparte el Gobierno estadounidense, que no cree que el país se encuentre en un escenario de recesión dada la robustez de su economía, especialmente de su mercado de trabajo, con una tasa de desempleo del 3,7 % en agosto, dos décimas más que en julio.
Pese a esto, la elevada inflación sigue siendo la principal preocupación del Gobierno de Joe Biden y también de la Reserva Federal, que el pasado 27 de julio volvió a subir los tipos de interés, que ahora se encuentran en una horquilla de entre el 2,25 % y el 2,5 %.
Este septiembre anunciará presumiblemente una nueva subida para controlar los precios, aunque esta está condicionada a la evolución de los datos económicos de la primera potencia mundial.