Dos días después de la gran jornada de movilización contra la reforma de las pensiones del presidente francés, Emmanuel Macron, la tensión social se trasladó este sábado a una zona rural, donde los ecologistas reunieron miles de personas en una concentración en contra de unos macro-emabalses para riego.
Entre los manifestantes en el municipio de Sainte-Soline, en el oeste del país, se infiltró un millar de violentos, enmascarados y vestidos de negro, algunos de ellos llegados de países vecinos, que atacaron a las fuerzas del orden que habían acudido a proteger esos estanques artificiales, indicaron las autoridades.
Varios vehículos de la gendarmería fueron incendiados por los cócteles molotov lanzados por los violentos, que se situaron frente a las barricadas levantadas por los agentes, que trataban de dispersarlos utilizando un cañón de agua y gases lacrimógenos.
El ministro del Interior, Gérald Darmanin, aseguró que 24 gendarmes resultaron heridos, uno de ellos de gravedad, con un traumatismo craneal, al igual que un manifestante, ambos trasladados en helicóptero a un centro hospitalario, sin que se tema por su vida.
Otros seis manifestantes resultaron heridos de menor importancia, según el ministro, que denunció ataques a los gendarmes que trataban de evacuarlos.
Darmanin consideró las agresiones a los gendarmes «de una extrema violencia, nunca vista» y acusó a políticos de izquierda de no condenar con contundencia este tipo de actos.
«Es inadmisible», dijo el ministro, que acusó a ciertos políticos de «escupir a la cara de los gendarmes que están teniendo un comportamiento ejemplar».
Las autoridades aseguraron que los grupos violentos actuaron con material explosivo, parte del cual había sido confiscado la víspera en controles que se habían puesto en marcha, al igual que material incendiario.
La prefecta del departamento (delegada del Gobierno), Emmanuelle Dubée, que recordó que la manifestación no estaba autorizada, indicó que también se confiscaron morteros y otras armas blancas, como hachas, machetes, cuchillos y bolas de petanca que pretendían ser lanzadas contra los agentes.
Unos 3.200 agentes fueron desplegados en la zona para evitar a los manifestantes alcanzar los estanques y se lanzaron unas 4.000 botes de gases lacrimógenos, señaló el ministro.
En el lugar se dieron cita más de 6.000 militantes, según las cifras del Gobierno, 25.000 según los organizadores, la mayor parte de ellos pacíficos.
En un primer momento se concentraron en un campo agrícola cercano prestado por un campesino que comparte su reivindicación, para posteriormente dirigirse al lugar del estanque, donde se encontraron con las barricadas policiales.
Tras el intercambio de proyectiles con los agentes, la situación se calmó y el grueso de los manifestantes se instaló en un terreno cercano. A primera hora de la tarde hubo un segundo asalto, pero en ningún momento lograron romper el cordón policial.
Entre los eslóganes figuraron muchos en contra de Macron y de su reforma de las pensiones, adoptada el pasado lunes y que ha provocado ya nueve jornadas de protesta en el país en lo que va de año, mientras que una décima está prevista para el próximo martes.
La mayor parte de los manifestantes eran militantes ecologistas que se oponen a estos grandes estanques que recogen el agua de lluvia para el riego pero que, a su juicio, evita que se regeneren los niveles freáticos.
A la marcha también acudieron algunos diputados y representantes del partido ecologista francés.
La acción tuvo lugar en una región agrícola que acumula muchos de estos estanques, defendidos por unos para luchar contra la seguía pero considerados por otros como una apuesta por una agricultura industrializada y poco ecológica.
Estos nuevos enfrentamientos con las fuerzas del orden se producen después de que el Gobierno fuera acusado de uso excesivo de la fuerza durante las manifestaciones contra la reforma de las pensiones.
Varios medios han publicado imágenes de agentes golpeando a manifestantes y una grabación en el que insultaban a uno de ellos.
El prefecto de policía de París, Laurent Nuñez, aseguró que se abrirá una investigación sobre esos hechos.
La comisaria de Derechos Humanos del Consejo de Europa, DUnja Mijatovic, acusó a Francia de un «uso excesivo de la fuerza» no justificado por los actos violentos que tuvieron lugar en las manifestaciones.
El ministro del Interior, Gérald Darmanin, distinguió entre los manifestantes pacíficos y los grupos violentos, que consideró que estaban integrados por elementos de la ultra-izquierda, una relación que le ha valido duras críticas por parte de responsables de la izquierda francesa.