Rusia ha cometido un nuevo crimen de guerra al bombardear un centro de reparto de alimentos que servía como cafetería en Groza, una localidad del distrito de Kupiansk, liberada de las tropas de la Z el pasado otoño. El ataque deja de momento 49 civiles muertos (incluido un niño de seis años) y seis heridos, este jueves 5 de octubre.

La zona, que ha sido ya muy castigada por la invasión rusa, ha perdido a una buena parte de su población, obligada a huir o refugiada en sótanos. Muchos de ellos sólo salen a comprar alimentos en los pocos comercios que aún permanecen abiertos.

En uno de ellos los rusos han puesto hoy el objetivo de su ataque. Desde sus bombardeos en la Siria rebelde, los ataques a las colas del pan se han vuelto una estrategia habitual del régimen de Moscú para provocar la huida de civiles, la desmoralización y el terror de la población.

Las víctimas del bombardeo asistían a una ceremonia en honor de un vecino fallecido, indicó el ministro del Interior, Igor Klymenko: «Había civiles en la tienda y en el café, reunidos por una ceremonia en recuerdo de un aldeano fallecido».

El armamento utilizado es el habitual misil S300, un proyectil antiaéreo de enorme poder destructor que Rusia utiliza de forma balística contra objetivos en tierra. En ciudades cercanas al frente su uso es diario por parte de Rusia, que posee un gran stock de este tipo de armamento de la era soviética.

El frente de batalla, que se encuentra a unos kilómetros más allá de la ciudad de Kupiansk, ha obligado a evacuar varias localidades cercanas a los combates, ya que los bombardeos a mercados, iglesias o restaurantes están a la orden del día por parte de Moscú.