Más estudios del agujero negro supermasivo en la galaxia Messier 87 confirman que continúa actuando como lo predijo la teoría de la relatividad. Hola oscuridad, nuestra vieja amiga, hemos venido a verte de nuevo.
En el centro de la Messier 87, una galaxia gigante a 55 millones de años luz de la Tierra, hay una oscuridad de más de 38.000 millones de kilómetros de ancho y tan masiva como 6500 millones de soles, una escotilla hacia el infinito llamado agujero negro.
En 2017, un grupo de astrónomos operaban el Telescopio del Horizonte de Sucesos, una red de antenas que abarca el mundo, cuando produjo una imagen del agujero negro en la Messier 87, o M87, la primera de cualquier agujero negro. La imagen reveló un aro de gas caliente, ligeramente inclinado, girando alrededor de un vacío oscuro como el agua corriendo en círculos alrededor de un drenaje, tal como la teoría de la relatividad general de Albert Einstein había predicho en 1915.
Cuando la imagen se reveló en 2019, llegó a la primera página de los medios de comunicación de todo el mundo. Ahora está en la colección del Museo de Arte Moderno en Nueva York. Ahora, el mismo equipo de científicos lo volvió a hacer, incluso de una mejor manera. En 2018, un año después de captar la primera imagen, los astrónomos volvieron a mirar a la oscuridad de la M87 con una red ligeramente ampliada que proporcionó una mayor resolución.
El resultado, publicado la semana pasada en la revista Astronomy and Astrophysics, muestra el mismo aro irregular y el mismo agujero central con detalles aún más sustanciosos, lo que da entender que los astrónomos habían hecho las cosas bien la primera vez. “La primera imagen de un agujero negro se parecía tanto a las predicciones matemáticas que casi parecía un golpe de suerte”, dijo Dominic Chang, candidato a doctor en Física en Harvard que trabaja en el equipo del Horizonte de Sucesos, en un comunicado de prensa emitido por el centro de astrofísica Harvard & Smithsonian en Cambridge, Massachusetts, donde el proyecto tiene su sede.
Para Einstein, los agujeros negros eran una de muchas predicciones problemáticas que surgieron de la relatividad general, que atribuía lo que llamamos gravedad a deformaciones en la geometría del espacio-tiempo. Una era que el universo se estaba expandiendo. Otra era que si se concentraba demasiada materia o energía dentro de cierto radio —ahora llamado horizonte de sucesos— colapsaría para siempre en un hoyo en el espacio-tiempo del cual ni siquiera la luz podría escapar.
Einstein estuvo de acuerdo con las matemáticas, pero pensó que la naturaleza encontraría la manera de no dar forma a tal extravagancia. Pero ahora los científicos saben que el universo está lleno de agujeros negros; experimentos como el Observatorio de Ondas Gravitacionales con Interferometría Láser, o LIGO, los han oído chocar entre sí, y el Telescopio del Horizonte de Sucesos los ha traído a una realidad palpable.