En 1976, mientras el actor Harrison Ford se encontraba en Londres filmando la icónica película dirigida por George Lucas, alquiló una parte de una casa en el distrito de Notting Hill. El actor residía en los dos pisos superiores de una amplia casa en Elgin Crescent, desconociendo que dejaría una huella imborrable en el lugar al olvidar un borrador del guión cuando se mudó.
Dicho borrador era una cuarta versión de Una Nueva Esperanza, en aquel entonces titulada Las Aventuras de Luke Starkiller y contenía escenas y personajes que no llegaron a la versión final de la película. Este documento, fechado el 15 de marzo de 1976, destaca por su estado aún en proceso de edición, con páginas de diversos colores que señalan las revisiones.
Ahora, casi medio siglo después de que Ford dejase atrás de este borrador de lo que el público terminó por conocer como Star Wars: Episodio IV – Una Nueva Esperanza, este documento ha sido vendido por más de USD 13,000 durante una subasta realizada por Excalibur Auctions.
Los propietarios de la casa, una pareja que vivía en los pisos inferiores y que, en aquel momento, no tenían conocimiento de la fama de Ford ni de sus visitantes ocasionales como Carrie Fisher y Mark Hamill, decidieron recientemente deshacerse del texto.
Según relató la casa de subastas, Ford fue un inquilino excepcional y compartió momentos amistosos con la familia, incluida la celebración del primer cumpleaños de su hijo.
“En la venta se han visto pujas competitivas de todo el mundo por estas piezas nunca vistas de la historia de Star Wars. Su procedencia personal las hace totalmente únicas. Esperamos que sean tan atesoradas por sus nuevos propietarios como lo fueron por los anteriores”.
Si bien, Harrison Ford hizo historia en el cine con su carismático personaje de Han Solo, lo cierto es que el actor nunca ha tenido un particular amor por el contrabandista espacial. Ford consideraba que Han no tenía una verdadera motivación para acompañar a Luke Skywalker en su misión de acabar con el Imperio. Por tal motivo, creía que lo mejor que podía ser el piloto del Halcón Milenario era sacrificarse por sus compañeros y así ganarse un lugar en la historia.