Lo que inició como una enfermedad que no pretendía alarmar a la ciudadanía, el 11 de marzo de 2020, la OMS declaraba el brote de COVID-19 como una pandemia y hacía un llamado a los gobiernos de todo el mundo a implementar políticas sanitarias para aplacar los efectos del mortal virus.

El director general del organismo sanitario, Tedros Adhanom Ghebreyesus, admitía su “preocupación” por “los niveles alarmantes de propagación y gravedad” y por “los niveles alarmantes de inacción”.

“Por lo tanto, hemos llegado a la conclusión de que el COVID-19 puede ser caracterizado como una pandemia”, dijo contundente ese 11 de marzo de 2020.

Desde entonces, los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades de Estados Unidos (CDC, por sus siglas en inglés) han registrado al menos 1.180.000 personas fallecidas.