En el trágico atentado del pasado viernes en el recinto del Crocus City Hall de Moscú, perpetrado por cuatro hombres armados con fusiles automáticos, se ha registrado un nuevo giro alarmante. Los presuntos autores del acto terrorista, tras ser detenidos y presentados ante las autoridades rusas, mostraron evidentes signos de tortura.
El ataque, catalogado como el más sangriento en la historia contemporánea de la capital rusa, dejó un saldo devastador de 137 muertos y más de un centenar de heridos, incluyendo al menos tres niños, según informes oficiales. Once personas fueron arrestadas en conexión con el atentado, entre ellos los cuatro presuntos perpetradores y siete colaboradores, según anunció el Servicio Federal de Seguridad de Rusia.
El presidente ruso, Vladimir Putin, confirmó la detención de los sospechosos y reveló que fueron trasladados a Moscú para comparecer ante el Comité de Investigación de Rusia. Posteriormente, dos de ellos fueron imputados de terrorismo en el Tribunal de Distrito de Basmanny, bajo una fuerte presencia policial.
Sin embargo, el caso tomó un giro inesperado cuando se observaron signos evidentes de tortura en los detenidos. Los presuntos agresores presentaban marcas de violencia física, incluyendo hematomas, cortes y quemaduras, sugiriendo que habían sido sometidos a maltrato durante su custodia.
El mandatario ruso, en su discurso dirigido a la nación, evitó pronunciarse sobre la reivindicación hecha por Estado Islámico, quienes difundieron un video del momento del ataque. A pesar de esto, Putin afirmó que los agresores intentaron huir hacia Ucrania, donde se les había preparado una entrada del lado ucraniano para cruzar la frontera.
Las acusaciones de tortura por parte de las autoridades rusas han generado una creciente preocupación tanto a nivel nacional como internacional. Organizaciones de derechos humanos han exigido una investigación exhaustiva e imparcial sobre el presunto maltrato a los detenidos, mientras que líderes mundiales han expresado su condena y han instado a garantizar el respeto por los derechos humanos en todo momento, incluso en casos de terrorismo.