El Arctic Sunrise, el barco de la organización ecologista Greenpeace, que ha enfrentado grandes batallas ambientales, partió este martes a Colombia, donde seguirá su exploración de los montes submarinos del Pacífico Este Tropical tras varias semanas de expedición científica en las Islas Galápagos (Ecuador) para abogar por la ratificación del Tratado Global de los Océanos.
En aguas colombianas continuará los trabajos de documentación de montes submarinos y biodiversidad que durante las últimas cinco semanas ha realizado en el archipiélago ecuatoriano, con la misión de mostrar evidencia científica de la necesidad de usar el Tratado Global de los Océanos para proteger el corredor migratorio submarino que existe entre Colombia, Costa Rica, Ecuador y Panamá.
El buque contará durante su estancia en el espacio marítimo de Colombia con el apoyo de la Fundación Malpelo, que tiene un amplio programa de conservación y que trabaja en busca de mejorar las áreas protegidas colombianas.
«Tenemos interés particular en un bosque submarino llamado Navegador, que está justo en el límite con la zona económica exclusiva panameña», comentó a bordo de la embarcación el argentino Hernán Pérez Orsi, del departamento de Investigación de Greenpeace.
El activista explicó que se trata de un sitio que, «al estar tan alejado de los ojos de las autoridades de ambos países, es muy frecuentado por las flotas pesqueras internacionales».
En la zona tomarán muestras, tratarán de mapear la fauna y estudiarán la ruta de migración de los tiburones, entre otros, para seguir documentando la importancia de proteger los océanos.
Replicar el modelo Galápagos
En las Islas Galápagos colaboraron con las fundaciones Charles Darwin (FCD), Jocotoco, y la Universidad San Francisco de Quito (USFQ) -con el apoyo del Parque Nacional Galápagos-, para recabar información científica que ayude «a exportar el modelo de conservación que tiene Galápagos a otras reservas marinas del mundo, que puedan instalarse en virtud del nuevo Tratado Global de los Océanos.
Dicho Tratado se votó el año pasado en el marco de las Naciones Unidas, y necesita ser ratificado por al menos 60 países, pero al momento sólo lo han hecho Chile y la pequeña república insular de Palaos.
Pérez Orsi consideró que una vez que el Tratado Global de los Océanos esté totalmente vigente, se podrá «llevar este modelo de conservación (de Galápagos) a zonas marinas del mundo, más allá de la jurisdicción de los países, y replicar el excelente ejemplo que Galápagos está dando en términos de conservación».
Un barco con amplio historial
Así, el Pacífico colombiano será la nueva parada de este barco, que en sus casi tres décadas de servicio para Greenpeace ha llegado cerca del polo norte y ha trabajado en la Antártida, con un historial muy amplio en la defensa del medio ambiente.
«Ha dado la vuelta al mundo muchas veces y siempre defendiendo campañas que buscan la protección del medio ambiente y de la vida», indicó Pérez Orsi.
Construido inicialmente en astilleros de Noruega para cazar focas, el barco fue adquirido en 1995 por la organización ecologista, y cuando se puso en acción en 1996 inició una campaña recorriendo instalaciones petrolíferas en el Mar del Norte. Desde entonces es el buque más activo de Greenpeace.
También fue el primer barco del mundo en circunnavegar la isla de James Ross en la Antártida, donde pudo demostrar que el calentamiento global y el deshielo del continente antártico es una realidad.
«Protesta pacífica»
Con 49,62 metros de largo, una velocidad máxima de 11 nudos y 949 toneladas de peso, este rompehielos atravesó uno de sus momentos más duros en 2013, cuando fue capturado junto a su tripulación en Rusia, durante una protesta para impedir que la plataforma de la estatal rusa Gazprom desarrollara la primera perforación de petróleo del mundo en el mar del Ártico.
Y aunque fue uno de los momentos más difíciles para la agrupación ecologista, Pérez Orsi, que estuvo en ese momento, asegura que también «fue un triunfo», pues puso «en la mesa de discusión a nivel mundial», temas como la conservación del Ártico, el cambio climático y la afectación de ecosistemas claves.
«Tenemos como filosofía la protesta pacífica en forma directa: ponemos el cuerpo y hacemos acciones que implican riesgos, que están debidamente asesorados por abogados y expertos en seguridad», concluyó Pérez Orsi.