Tras meses de rumores y alarma sobre su estado, la princesa de Gales, Catalina, realizó este sábado su primera aparición pública desde que anunció que padece cáncer, en la que se mostró sonriente y relajada mientras continúa luchando contra la enfermedad.

Catalina acaparó todos los focos en la celebración de la ceremonia Trooping the Colour (‘Desfilando el Estandarte’) que conmemora el cumpleaños oficial de los reyes británicos desde hace más de 260 años.

Su imagen saludando desde el balcón del Palacio de Buckingham acompañada por su marido Guillermo, sus tres hijos y el rey Carlos y la reina Camila era la más esperada después de que diese a conocer el 22 de marzo la noticia de su enfermedad, que impactó al Reino Unido.

Junto a ella, Carlos III, que también fue diagnosticado de cáncer a comienzos de este año, volvió a evidenciar que la enfermedad no le ha impedido retomar sus actividades, aunque a diferencia de lo que suele hacer, en esta ocasión optó por desplazarse en carruaje y no a lomos de un caballo.

Catalina es uno de los miembros de la familia real más apreciados por la ciudadanía y la noticia de su vuelta a la esfera pública supone una inyección de moral y optimismo dentro del duro año que están viviendo los Windsor.

El Palacio de Kensington -residencia oficial de los príncipes de Gales- ha dejado claro que la presencia de Catalina en el evento de hoy no implica de ningún modo que vaya a retomar su actividad habitual.

Sin embargo, la princesa adelantó su intención de participar en «algunos actos durante el verano» si su salud se lo permite, en el mensaje en el que ayer anunció que hoy participaría en el Trooping the Colour.

 

En carroza con sus hijos

Catalina llegó sobre las 10:00 hora local (09:00 GMT) al Palacio de Buckingham desde su residencia en la finca de Windsor (afueras de Londres) donde residen los príncipes de Gales.

Media hora después, apareció a los ojos de todo el mundo a bordo de la Carroza de Cristal junto a sus hijos, Jorge, Carlota y Luis, saludando a los devotos que se habían atrevido a desafiar la incesante lluvia londinense.

Se la vio sonriente y compartiendo complicidades con Carlota, que no dejó de jugar y reír a lo largo del trayecto por la majestuosa avenida de The Mall, que les llevó hasta el espacio ceremonial Horse Guards Parade, donde tuvo lugar la parada militar.

Allí, desde un balcón de la Oficina del Mayor General, en el que permanecieron de pie, siguieron una ceremonia coreografiada durante meses en la que participaron más de 1.250 militares, mientras atendía divertida a las travesuras del pequeño Luis (6 años).

La princesa llevaba un vestido blanco de la diseñadora Jenny Packham, con un sombrero blanco y negro de Philip Treacy y el broche del regimiento de la Guardia Irlandesa, de la cual es coronel.

Entre el público, el primer ministro británico, Rishi Sunak, inmortalizaba el momento en fotos hechas con su móvil junto a su mujer.

 

Desde el balcón de Buckingham

Una salva de 41 cañonazos en el colindante Green Park sirvió de preludio al plato fuerte de la jornada: el saludo de la familia real desde el balcón de Buckingham mientras por encima de sus cabezas una patrulla de cazabombarderos Red Arrows desplegaba los colores de la bandera británica.

En el lugar desde el que los monarcas británicos han saludado tradicionalmente a los ciudadanos, Catalina no paró de compartir sus impresiones con su suegro Carlos III, con quien, según los medios británicos, ha desarrollado un vínculo especial tras haber estado ingresados en el mismo hospital a principios de año.

Miles de personas siguieron desde la plaza el acto ceremonioso, en el que alrededor de una treintena de personas pertenecientes al grupo Republic protestaron enarbolando pancartas en las que pedían la abolición de la monarquía.