En apenas unos segundos, el tiempo que tardaron las televisiones en anunciar las primeras proyecciones al cierre de las urnas, los franceses de izquierda pasaron de la angustia y el miedo por un triunfo casi seguro de la extrema derecha, a una momentánea incredulidad que se transformó en euforia.

“¡De verdad, qué felicidad! (…) Un empujón enorme cuando la extrema derecha estaba a punto de lograrlo”, contaba a EFE aún incrédula Françoise, una militante desde hace más de dos décadas del Partido Socialista (PS) francés, que hoy acudió al centro cultural La Bellevilloise de París, donde la formación había citado a sus simpatizantes.

Allí se escuchó en directo a las 20.00 horas (18.00 GMT) el cálculo que, mientras el Ministerio de Interior realiza el escrutinio oficial, la consultora Ipsos ofreció para la televisión TF1: entre 180 y 215 diputados para la coalición de las izquierdas del Nuevo Frente Popular (NFP); de 150 a 180 para el macronismo y la ultraderecha de Marine Le Pen relegada a entre 120 y 150 escaños.

Gritos, abrazos y lágrimas

“Inesperado pero feliz. Muy feliz y muy aliviado, sobre todo porque fue realmente inesperado”, se confesaba también en La Bellevilloise Chahine Kheniche Sinde, estudiante de la universidad Sciences Po de París que este año, comenzando por los comicios europeos de junio, votaba por primera vez.

Gritos, abrazos e incluso lágrimas siguieron a aquel anuncio inesperado, después de toda una campaña con la ultraderechista Agrupación Nacional (RN, por sus siglas en francés) como favorita en las encuestas, rozando incluso la mayoría absoluta tras la victoria clara de la primera vuelta.

“Los franceses han demostrado coraje, movilización, un último empujón de patriotismo para demostrar que Francia sigue siendo un lugar de acogida, que están a favor de los derechos humanos”, indicó a EFE Chantal Kambiwa, coordinadora general de la Internacional Socialista que acompañó hoy al PS francés en representación del presidente de ese movimiento, el presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez.

Fiesta en la plaza de la República

En París, que como las grandes ciudades francesas en general han sido un freno frente al empuje de la ultraderecha, la plaza de la República, se transformó en una fiesta de millares de personas mientras caía la noche.

Cánticos de “todos somos hijos de inmigrantes” o “todo el mundo detesta a Bardella” -en referencia a Jordan Bardella, el joven aspirante a primer ministro lepenista- sobresalían por encima del bullicio festivo, de los tambores y del ruido de petardos y pirotecnia variada.

Foco habitual tanto de celebraciones como de protestas de la izquierda, la estatua que preside la plaza y que representa a la República francesa fue tomada por decenas de personas con banderas de Francia y de formaciones políticas, pero también otras como la de Palestina para recordar una crisis que no ha dejado de estar presente en la campaña.

Mayoría débil

En paralelo, el escrutinio oficial continuaba para reafirmar la victoria del NFP y las proyecciones de la futura Asamblea Nacional ajustaban las potenciales horquillas de escaños: de 184 a 186 para la coalición de las izquierdas (en la que figuran también La Francia Insumisa de Jean-Luc Mélenchon, los comunistas y los ecologistas), de 160 a 162 para el macronismo y de 141 a 143 para el RN.

“El frente antifascista ha ganado, eso es lo que ha pasado en Francia, en este país que se pensaba que quizás estábamos como Italia, quizás finalmente estamos como España”, explicó en declaraciones a EFE la joven francesa Kenza, que acudió a la celebración popular en la plaza.

La mayoría es aún débil, reconoció esta votante izquierdista, pero Francia “va a luchar porque los valores de la izquierda continúen”.

A pocos metros, Juliette y Emmanuel también celebraban que “los libros de historia no dirán que en 2024 el Frente Nacional (antiguo nombre del partido de Le Pen) es el primer partido en Francia, a pesar de los sondeos”.

“El pueblo, unido, jamás será vencido”, corearon ambos en español.