En una historia que mezcla el dolor de la pérdida con el alivio del reencuentro, el cuerpo momificado de William Stampfl, un alpinista estadounidense desaparecido hace 22 años, fue encontrado en el nevado Huascarán, la montaña más alta de Perú. Stampfl, de 58 años al momento de su desaparición, había sido sepultado por una avalancha junto a sus compañeros durante una expedición el 24 de junio de 2002.

El descubrimiento ocurrió gracias al oportuno avistamiento de Ryan Cooper, otro escalador. Cooper se encontraba ascendiendo en una zona conocida como «el paso de la muerte» a 5,200 metros de altitud cuando divisó los restos de Stampfl. La identificación del alpinista fue posible por una licencia de conducir encontrada entre sus pertenencias.

El rescate del cuerpo fue una labor ardua llevada a cabo por Eric Raúl Albino, guía peruano, acompañado de ocho miembros de su equipo y cinco policías del Departamento de Salvamento de Alta Montaña. Tras nueve horas de intensa escalada, lograron recuperar los restos de Stampfl, que aún conservaban su indumentaria, incluyendo su anillo de bodas.

La familia de Stampfl, residente en Chino, California, nunca había perdido la esperanza pero tampoco anticipaba este reencuentro. Janet Stampfl-Raymer, viuda de William, lo recuerda como un hombre amable y apasionado por las montañas. Hasta este descubrimiento, solo se había encontrado el cuerpo de uno de sus compañeros, Steve Erskine; el tercer alpinista, Matthew Richardson, sigue desaparecido.

El nevado Huascarán, con sus imponentes 6,768 metros de altura, es un destino icónico para escaladores de todo el mundo, aunque el cambio climático ha aumentado los riesgos en la Cordillera Blanca, donde se ha derretido aproximadamente el 27% de la cobertura de hielo en casi 50 años.

Los restos de Stampfl fueron trasladados primero a la morgue de Yungay y luego a Lima, donde fueron cremados para ser devueltos a Estados Unidos. La familia planea rendirle un último homenaje en el monte Baldy, en California, un lugar especial para Stampfl donde solía entrenar.

Este descubrimiento no solo pone de relieve los desafíos y riesgos del montañismo extremo, sino que también resalta el impacto humano y emocional de los fenómenos ambientales globales, como el derretimiento de los glaciares, que continúan revelando historias y cerrando capítulos en lugares remotos del mundo.