El legado artístico del maestro catalán Josep Collell (1920-2011) centra en Uruguay la primera muestra antológica de homenaje al ceramista e integrante de la escuela universalista de Joaquín Torres García, quien enseñó por tres décadas una técnica propia inspirada en la cerámica precolombina.
Altas, bajas, anchas, angostas, su volumen acapara espacio y miradas. Sus bordes delinean bocas abiertas, como dispuestas a contar historias sin tiempo y, por fuera, sus paredes labradas a mano convierten el barro en lienzo de un lenguaje geométrico y universal.
Así, con sus cerámicas como protagonistas, Collell llega al Museo Nacional de Artes Visuales (MNAV) con una antológica que comenzó a idearse en 2014 en un proceso que una de sus curadoras, la sobrina del artista Carme Collell, define como de «cocción lentísima».
Un postergado homenaje
«Se estaba casi concretando cuando vino la pandemia -en 2020, cuando se cumplía el centenario de Collell-«, explica a la Agencia EFE la española sobre la muestra, cuya importancia destaca quien la acompaña como curadora, la directora del Museo Casa Collell de Montevideo, Josefina Pezzino.
«Es el primer reconocimiento que hacen la ciudad de Montevideo y Uruguay en general a la figura y la labor de Collell y además al Taller Collell, que fundó junto con su esposa Carmen Cano en 1955», destaca la además hija del ceramista argentino Antonio Pezzino.
Consultada sobre la expectativa de la muestra, que reúne unas 80 piezas, entre vasijas, jarras, juegos de té o de café, dibujos, fotografías y hasta un mural constructivo, Collell dice que va de la mano con que sea la primera en que se hace «un compedio» de toda «su vida artística».
«Esta es la expectativa, que se conozca toda su obra en un recorrido que es lineal, que es ver cómo su cerámica va evolucionando: parte de la pintura, vuelve a la pintura, pero en medio hay toda esta eclosión de cerámica», subraya.
De Vic a Montevideo
Tornero mecánico de oficio, según su sobrina, Collell ya pintaba y había integrado en su municipio natal, Vic -cerca de Barcelona- el grupo de pintores ‘Los ocho’ antes de que, por intermedio de un tío dominico radicado en Montevideo, decidiera dejar la España de posguerra y emigrar a la capital uruguaya en 1950.
La inquietud por retomar allí la pintura, cuenta, llevó a que preguntara casualmente en el Ateneo de Montevideo dónde podía hacerlo y le indicaran que en el sótano del lugar funcionaba el Taller Torres García (TTG), heredero de la Escuela del Sur creada por el maestro del universalismo constructivo en 1942.
Bajo el ala de los discípulos que dirigieron el TTG tras la muerte de Torres García en 1949, como sus hijos Augusto y Horacio, Collell compartió con Gonzalo Fonseca y Pezzino, entre otros, el interés en experimentar con cerámica ligado al contacto con la amplia colección de piezas precolombinas del docente Francisco Matto.
«No había visto ni palpado la cerámica precolombina, entonces realmente quedó seducido por el engobe (bruñido), la técnica propia de la cerámica precolombina, y tal vez su mirada de pintor visionó que podía continuar pintando no sobre lienzo sino sobre cerámica», apunta Collell.
Así, añade, dio con una técnica propia que es la que se puede admitar en la muestra, la del engobe bruñido sobre barro seco, que hasta hoy Pezzino enseña en la Casa Museo dedicada al artista y que su sobrina, también formada con él, ha enseñado «como una técnica más» en Vic.
Maestro de generaciones
Activo hasta 1985, el Taller Collell formó durante 30 años a tantos artistas de Uruguay que la crítica Rosario Peyrou lo definió como «un maestro de generaciones».
«Su legado continúa en su casa, que se convirtió en museo y taller», puntualiza Pezzino, mientras que para la sobrina, si bien los motivos constructivistas y geométricos que aplicaba a su cerámica luego se alejaron de la influencia del TTG, es positivo que la exposición comparta museo con una dedicada a Torres García a 150 años de su nacimiento.
«Hay una unidad en las dos exposiciones. Mi tío formó parte del TTG, la muestra de Torres estará al lado, o sea que bienvenida la coincidencia, valió la pena esperar», redondea.