Caracas vive una jornada de intensas protestas tras la proclamación de Nicolás Maduro como vencedor en las recientes elecciones presidenciales de Venezuela. La noticia, anunciada el domingo por el Consejo Nacional Electoral controlado por Maduro, desató una ola de cacerolazos y bloqueos de calles que resonaron con fuerza en diversas partes de la ciudad.
Imágenes compartidas en redes sociales capturaron el sonido de las cacerolas en Petare, el barrio popular más grande de América Latina y antiguo bastión chavista, así como en Palo Verde, Terrazas del Ávila, El Junquito, Caricuao y El Valle. En varios de estos lugares, también se escuchó el himno nacional, una consigna impulsada por la oposición liderada por María Corina Machado en la jornada electoral del día anterior. Incluso cerca del Palacio de Miraflores, sede de la presidencia, se reportaron cacerolazos y bloqueos de calles.
A pesar de la intensidad de las protestas, las calles de la capital amanecieron desiertas, con un ambiente casi fúnebre. Muchos comercios permanecieron cerrados, y el silencio de las cacerolas resonó en un contexto de descontento generalizado. La respuesta de la oposición, que había apostado por las urnas como una vía para evitar el derramamiento de sangre y poner fin a 25 años de gobierno de partido único, se enfrentó a un complejo panorama.
La votación, que se destacó por su tranquilidad comparativa, también estuvo marcada por un retraso significativo en la publicación de resultados. Las autoridades pospusieron el anuncio de los resultados de cada una de las 30,000 cabinas de votación, lo que alimentó la incertidumbre y el escepticismo. El retraso de seis horas en el anuncio oficial generó un debate interno en el Gobierno sobre cómo proceder tras la temprana proclamación de victoria por parte de los opositores.
Te recomendamos:
China y Rusia felicitan a Maduro, Occidente espera transparencia
En su discurso de victoria, Maduro acusó a «enemigos extranjeros no identificados» de intentar manipular el sistema de votación, una declaración que avivó aún más las tensiones. La situación refleja un profundo descontento entre sectores de la población y una creciente división en torno a la legitimidad del proceso electoral.