París, 31 jul (EFE).- El tenis español se quedó sin dobles masculino. Y París, sin Rafael Nadal, despedido con honores de la pista Phillipe Chatrier por un público siempre entregado y que termina por asumir el final al que se ve abocado, superado por el tiempo, condicionado por la salud, el hombre más relevante en la competición de la que hacen gala, Roland Garros que junto al que está llamado a ser su Carlos Alcaraz, cerró su aventura en París 2024.
Fue un adiós que se vio venir casi desde el principio del partido ante los estadounidenses Austin Krajicek y Rajeev Ram, dos doblistas más que consolidados que impidieron el trasvase de los españoles a las semifinales, a la carrera por el podio. Los norteamericanos ganaron por 6-2 y 6-4, en una hora y 38 minutos.
Un sentido abrazo en la red entre el balear y el murciano, los protagonistas que la ilusión olímpica que ha abanderado a todo un país y el clamor de una grada que intentó todo lo que pudo que no llegara el final, estableció el epílogo del equipo español. Despertó del sueño. Se fue Nadal.
Un quiero y no puedo de ‘Nadalcaraz’ que fue siempre contracorriente. Un intento vano o insuficiente de rentabilizar y de trasladar las virtudes de uno y otro, brillantes por separado, en la competición de parejas en la que no están acostumbrados a participar. Alcaraz, que no ha disputado torneo alguno de dobles en lo que va de 2024, saltó a la pista con noventa minutos de carga extra en sus piernas. Dos horas antes había tenido que lidiar con el ruso Roman Safiullin el pase de octavos a cuartos en individual.
Nadal ya tenía la mente y el cuerpo metidos de lleno en el dobles después del duro varapalo en singles, superado con una rotundidad sospechada por Novak Djokovic. Una derrota dolorosa dos días atrás que digirió como pudo pero sin efecto sobre la pista en el duelo de octavos contra los neerlandeses.
Y es que para el balear el dobles era más que un gran desafío. La oportunidad última de salir de unos Juegos con un metal al cuello, con un logro más que apuntalar un historial impecable, exitoso. Le faltó rodaje a Nadal. En individual y por parejas. Más allá de la ilusión. Una oportunidad que quiso darse y que siempre mereció. Una medalla posible. La más deseada.
Tiró del carro lo que pudo el ganador de veintidós Grand Slam. Pero no fue el momento de Alcaraz desgastado en parte por su partido anterior y aún sin asimilar bien los automatismos del dobles. Ocurrió también en la primera ronda, ante el equipo argentino. Mejoró frente a Países Bajos. Pero no tuvo continuidad el avance contra Ram y Krajicek.
Pero los estadounidenses van más allá. Son cosa seria. No se trata de un par esporádico unido para los Juegos. Es un equipo veterano, consolidado, sin concesiones; con la medalla como objetivo claro para su país.
Quisieron poner las cosas en orden desde el principio los estadounidenses, aplacar el ímpetu ambiental y el carácter mediático y popular que acompaña desde su llegada a los españoles. Marcaron distancias. Rompieron el saque de Nadal, de entrada, consolidaron y se pusieron con 0-2 para bajar de decibelios la grada de la Phillipe Chatrier.
La prueba más firme para el dueto español en París se les atragantó a los españoles a pesar de que su transitar como pareja ha crecido ronda a ronda. Per el choque de cuartos, antesala de la pelea por las medallas, era un salto notable de rango. Son los Juegos. Están los mejores.
Krakijec y Ram son unos doblistas de primer nivel, una pareja sólida, con experiencia y acostumbrados, juntos y por separado, a momentos de enjundia, a partidos importantes. Los dos llegaron, en momentos distintos, a la cima del ránking de la modalidad. Y tanto uno como otro sabe lo que es triunfar en un Grand Slam. Krajicek, de 34 años, conquistó Roland Garros el pasado año, junto a Ivan Dodig. Ram, de 40, ha ganado más. Un Abierto de Australia y tres de Estados Unidos con Joe Salisbury al lado.
También tienen bagaje olímpico. Krajicek ha participado en dos Juegos, con el cuarto puesto en compañía de Tennys Sandgren. Ram, en tres aunque ninguna de mérito. Si acaso, la plata en mixtos asociado de Venus Williams en Río.
Asentados como equipo con Estados Unidos en la Copa Davis, donde han ganado juntos cuatro de los cinco partidos que han jugado tienen un juego con pocas fisuras. Son unos especialistas; todo lo contrario que los españoles, dos grandes jugadores de individuales, exnumeros uno del mundo ambos que comparten objetivo en esta ocasión.
Dio aire a los norteamericanos el 2-0 inicial aunque ni Nadal ni Alcaraz se intimidaron. Siguieron a rebufo. Eso fue lo peor. No terminaron de romper el saque norteamericano aunque tuvieron ocasión. En un momento clave, en el séptimo parcial, perdió su servicio Alcaraz. Con dos dobles falta. Fue el final del primer set.
Más cuesta arriba la situación para los españoles. Sin margen de error en un saque que no podían perder a la espera de tener la posibilidad de un break que les metiera otra vez en el partido. Krajicek y Ram jugaban con sentido. En la red, infranqueables y sus tiros, al lugar preciso. Son aspectos que se hacen familiares con el tiempo, con partidos. Los que los españoles no han tenido.
Aguantaron el pulso Nadal y Alcaraz los primeros seis juegos del segundo (3-3). Pero Carlitos cedió su saque otra vez y los estadounidenses descompensaron otra vez el partido. Ya fue definitivo. No les dio para equilibrar el marcador y llevar la resolución a un súper tie break y ambos se resignaron a la derrota a pesar de la lucha hasta el final.
Progresaron los estadounidenses, los quintos de su país en alcanzar las semifinales de dobles desde Seul 1988. España se queda sin dobles. Una esperanza de medalla que se va. Y París, sin Nadal.