La Paz, 4 ago (EFE).- La tradición ancestral de pedir abundancia a las deidades andinas a través de las illas e ispallas, pequeñas figuras de animales y de productos agrícolas, respectivamente, trascendió en Bolivia desde tiempos prehispánicos hasta derivar en celebraciones modernas como la Alasita, la patrimonial fiesta de los deseos en miniatura.

Así lo recoge la investigación ‘Illanakan, Ispallanakan Ajayupa. Illas e ispallas, seres protectores y proveedores de abundancia’ y la exposición homónima que presenta el Museo Nacional de Etnografía y Folclore (Musef) de Bolivia.

«Habíamos hecho un catálogo de las illas, pero más de la etnografía contemporánea moderna, que en este caso es la Alasita de La Paz», comentó a EFE la directora del Musef, Elvira Espejo.

Entonces el museo vio necesario «rastrear la raíz de cómo nacen las illas en las comunidades indígenas y en la parte arqueológica, cuál es su conexión» con el entorno, agregó.

El curador de Bienes y Misceláneos del Musef Ireneo Uturunco y los investigadores Aida Acarapi, Byron Alarcón y Luis Callizaya se encargaron de la investigación en comunidades originarias en los municipios andinos de Colquencha, Santiago de Huata y Copacabana que conservan la ritualidad vinculada a estas miniaturas de lo que se quiere obtener.

Los orígenes

La interacción con las illas e ispallas se remonta al periodo Chiripa, una cultura que antecede a la ancestral tiahuanacota, con evidencias como las illas Yaya Mama o «piedras del rayo», dijo a EFE Uturunco.

En el mundo andino, el rayo «es muy importante» porque es la divinidad generadora de las lluvias que nutren los sembradíos y el pasto del que se alimenta el ganado, y se le conoce como Illapa, indicó.

«El término illa es traducido como energía, fuerza, luz o brillo. Cuando se traspasa esta raíz a Illapa, quiere decir que esta divinidad concentra estas energías y es el encargado de manejarlas, por eso está representado por el rayo», explicó.

Mientras los amuletos y talismanes sirven para atraer la buena suerte o repeler la mala racha, las illas transmiten energías que generan «producción, abundancia, prosperidad», agregó.

Según Uturunco, Ispa significa gemelo, e ispa illa quiere decir «doble illa», una «exaltación de la dualidad» y por eso las ispallas representan los alimentos que se distinguen entre los demás, como las papas «más grandes» de la cosecha, o los tubérculos con dos cabezas.

Las celebraciones

La vigencia del culto a las illas e ispallas queda patente en celebraciones andinas como la «octava sata», una fiesta de tres días que se realiza en agosto y alude al ritual de la siembra de la papa, o el «nacimiento sata» por el que el 24 de diciembre se hacen figuras de barro del ganado para pedir su multiplicación.

También en diciembre se celebra el Cápac Raymi, la fiesta incaica en la que se pide abundancia al Inti o sol, al estar la Tierra más cerca del astro en ese momento.

La fiesta más conocida que deriva de estas tradiciones es la Alasita, ‘cómprame’ en aimara, cuando los paceños bendicen al mediodía del 24 de enero las miniaturas que representan sus aspiraciones y deseos.

Uturunco recordó que, según cronistas de la época, la Alasita en realidad se realizaba el 21 de diciembre, en coincidencia con el solsticio de verano, y se pedía abundancia a las illas e ispallas.

Según historiadores bolivianos, la celebración fue trasladada a enero en 1783 por orden del entonces gobernador de La Paz, el español Sebastián Segurola, para conmemorar la victoria de los suyos ante una sublevación liderada por el caudillo indígena Tupac Katari y en honor a la Virgen de Nuestra Señora de La Paz.

La festividad y sus símbolos se fueron transformando hasta llegar a la actual expresión que fusiona lo ancestral con lo mestizo y urbano, y su protagonista es el Ekeko, el dios de la abundancia hoy representado en un muñeco regordete, con tez blanca y mejillas rosadas, pequeño y cargado de diversos bienes a la espalda.

La exposición en el Musef incluye dos ekekos y algunas miniaturas propias de la Alasita, pero sobre todo abunda en pequeñas illas antropomorfas, de camélidos y ovejas, réplicas de las Yaya Mama, ispallas de tubérculos y vasijas ceremoniales, entre otros.

Las figuras están hechas de arenisca, basalto, piedra blanca, oro y plata, entre otros materiales, y algunas fueron recreadas en tamaños más grandes para apreciarlas en detalle.