El Gobierno de Argentina, que preside el ultraliberal Javier Milei, anunció este lunes que cambió los requisitos de acceso a los subsidios del Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales (INCAA) para dejar de financiar películas que sean «fracasos comerciales».
A partir de un decreto de fomento a la actividad cinematográfica nacional publicado el 23 de julio pasado, «las producciones deberán conseguir financiamiento propio para cubrir, por lo menos, la mitad de los fondos necesarios para su proyecto», dijo el portavoz presidencial, Manuel Adorni, en su habitual rueda de prensa en la sede del Ejecutivo.
El decreto estableció una restructuración del INCAA por la cual se reduce la plantilla de empleados -que pasó de 90 personas en el año 2000 a 900 en 2023-, la entrega de subsidios y el espacio para producciones nacionales en las salas.
Los nuevos parámetros para recibir asistencia estatal dependerán de los proyectos presentados bajo un plan completo de producción y financiamiento acreditado, donde los subsidios a proyectos no podrán superar el 20 % de los recursos del Fondo de Fomento Cinematográfico.
Otro 20 % del Fondo de Fomento Cinematográfico se aplicará a los gastos de personal y de estructura.
«El 60 % del presupuesto que queda» del fondo de fomento servirá para motivar la «producción privada y la calidad» de esas producciones, concluyó Adorni.
Según una auditoría elaborada por el oficialismo, en 2023, el INCAA subsidió más de cien películas que tuvieron menos de mil espectadores cada una, en tanto esas películas representaron el 50 % del total de los proyectos financiados el año pasado.
«Cada una de estas películas, en promedio, nos costó a los argentinos 50.000 dólares. Esa es la cifra que nos salió, en promedio, cada uno de estos filmes, subsidiados por el INCAA», destacó el vocero presidencial en su declaración.