La justicia alemana ha ratificado la condena de Irmgard Furchner, una mujer de 99 años, por su complicidad en el asesinato de más de 10 mil personas en el campo de concentración nazi de Stutthof durante los últimos dos años de la Segunda Guerra Mundial. Esta decisión, tomada por el Tribunal Federal, confirma la sentencia dictada en 2022 y la condena a Furchner a dos años de prisión en suspenso.

Irmgard Furchner, quien en ese momento tenía entre 18 y 19 años, ocupó el cargo de mecanógrafa en el campo de concentración de Stutthof, ubicado cerca de Gdansk, entonces parte del territorio alemán de Danzig. Durante su estancia en el campo, que operó entre 1939 y 1945, aproximadamente 110 mil personas fueron internadas. De ellas, cerca de 65 mil murieron debido a la inanición, enfermedades, o fueron ejecutadas en la cámara de gas, mientras que muchos otros prisioneros fueron trasladados a Auschwitz para su exterminio.

El Tribunal Federal de Leipzig rechazó el argumento presentado por la defensa de Furchner, que sostenía que sus funciones como mecanógrafa eran meramente «cotidianas» y, por lo tanto, no podían considerarse delictivas. Los jueces argumentaron que el hecho de que Furchner conociera la naturaleza de los actos perpetrados y apoyara a los autores principales de los crímenes es suficiente para mantener su condena. La sentencia es definitiva y no admite recurso.

La incomparecencia de Furchner al inicio de su juicio en 2021, a la edad de 96 años, la convirtió en una de las fugitivas más longevas del mundo, lo que llevó a las autoridades a emitir una orden de detención en su contra. Este caso se enmarca en un esfuerzo más amplio de las autoridades alemanas por enjuiciar a los últimos responsables de los crímenes del Holocausto, en lo que algunos califican como una carrera contra el tiempo para obtener justicia para las víctimas de uno de los genocidios más atroces de la historia.

El catedrático de Derecho de la Universidad de Erlangen, Christoph Safferling, subrayó la importancia de que las víctimas y sus familias puedan ser escuchadas por instancias oficiales, destacando la relevancia de estos juicios para el cierre y la memoria histórica.

La sentencia contra Furchner sigue a cambios significativos en la legislación alemana, que en 1969 complicaron la persecución de los crímenes del Holocausto al requerir pruebas directas de complicidad en casos específicos y una conexión clara entre los actos y los crímenes cometidos.