El Partido de la Revolución Democrática (PRD) ha perdido oficialmente su registro como partido político nacional, según confirmó el Instituto Nacional Electoral (INE). Esto ocurrió debido a que el PRD no alcanzó el mínimo del 3% de los votos en las elecciones federales recientes, lo que marca el final de su participación a nivel nacional a partir del 20 de septiembre de 2024.

Aunque perderá todos los derechos y prerrogativas como partido nacional, el PRD deberá cumplir con sus obligaciones en materia de fiscalización y la liquidación de su patrimonio. No obstante, el partido podría optar por continuar como una fuerza política a nivel local, dependiendo de los ajustes en el segundo semestre de 2024.

Durante la sesión del INE, varios consejeros reconocieron los aportes históricos del PRD a la democracia mexicana. Guadalupe Taddei Zavala, presidenta del INE, destacó el rol del PRD en la creación y consolidación del propio instituto electoral, mientras que Jaime Rivera lamentó la extinción del partido, señalando sus errores, pero también su papel protagónico en la transición democrática de México. Arturo Castillo, por su parte, reconoció la influencia del PRD como un importante contrapeso político durante más de tres décadas.

El PRD fue fundado el 5 de mayo de 1989, surgiendo como una alternativa de izquierda democrática y progresista frente al dominio del Partido Revolucionario Institucional (PRI). Entre sus fundadores se encontraba Cuauhtémoc Cárdenas, una de las figuras clave en la formación del partido, especialmente tras la controvertida elección presidencial de 1988, que cimentó la necesidad de una nueva fuerza política.

Durante los años 90 y 2000, el PRD vivió momentos de gran éxito, con Cárdenas ganando la Jefatura de Gobierno del Distrito Federal en 1997 y consolidando su influencia en la capital durante el gobierno de Andrés Manuel López Obrador (2000-2005). Sin embargo, la salida de López Obrador en 2014, para fundar Morena, fue un duro golpe para el PRD, que desde entonces enfrentó problemas internos y una disminución de su base electoral.

La desaparición del PRD como partido nacional marca el final de una era, pero deja la posibilidad abierta para que nuevas fuerzas políticas surjan a partir de sus antiguos militantes y estructura.