Joaquín Salvador Lavado, Quino, creó a Mafalda en 1964, una niña que, con su aguda conciencia social, se convirtió en un ícono de la cultura global. Nacido en Mendoza en 1932, Quino encontró en el dibujo su lenguaje más poderoso. A través de Mafalda, una pequeña curiosa y crítica, desnudó las contradicciones de un mundo agitado por guerras, dictaduras y desigualdades. Sus preguntas simples como «¿Por dónde hay que empujar este país?» revelaban un pensamiento profundo sobre la política, la economía y la condición humana.
Quino no solo plasmó su crítica en Mafalda, sino en una vasta obra de humor gráfico que abarcó temas universales: la vida cotidiana, las tensiones de poder y la alienación de la modernidad. A lo largo de su carrera, recibió premios como el Príncipe de Asturias, pero su mayor legado fue el impacto que tuvo en varias generaciones que, a través de su obra, aprendieron a cuestionar el mundo.
En tiempos sombríos, Mafalda se alzó como un faro, desafiando dictaduras, autoritarismos e injusticias, con una inocencia que escondía una sagaz resistencia. Su mensaje, nacido en las calles de Argentina, viajó más allá de esas fronteras, y se convirtió en una voz universal que, con humor y simpleza, revelaba verdades incómodas. Así, el arte de Quino no solo hizo reír, sino también pensar, y aún hoy sigue moviendo conciencias.
Mafalda, traducida a más de 30 idiomas, sigue siendo una referencia para quienes creen en la justicia, la paz y la libertad. La niña que odiaba la sopa y amaba a los Beatles se mantiene viva como símbolo de resistencia y reflexión. Quino falleció en 2020, pero su obra, lejos de envejecer, sigue tan vigente como el día que fue creada.
Hoy, al cumplirse 60 años de la creación de Mafalda, el mundo continúa reconociendo la genialidad de Quino, un hombre que, con la dulzura de sus trazos y el filo de sus palabras, nos enseñó que el humor puede ser la forma más sincera de pensar. Quino nos invitó a nunca dejar de preguntarnos: ¿no podríamos hacerlo mejor?