El domingo por la tarde, la noticia del hallazgo de un cuerpo desmembrado en la colonia Cuitláhuac, en Chilpancingo, Guerrero, sacudió a la comunidad. Según los primeros reportes, los restos corresponderían al alcalde de Chilpancingo, Alejandro Arcos Catalán, miembro del Partido de la Revolución Democrática (PRD), quien había estado desaparecido por más de ocho horas. Los mensajes enviados a su teléfono solo mostraban una «palomita» de recibido, lo que indicaba que no habían sido leídos.
El cuerpo fue hallado en una camioneta blanca tipo Saveiro, estacionada junto al hotel y restaurante Morelli, ubicado en la colonia Cuitláhuac, al oriente de la ciudad. La escena fue escalofriante: una cabeza humana sobre el cofre del vehículo y el resto del cuerpo desmembrado en su interior.
Este macabro hecho ocurre pocos días después del asesinato de Francisco Gonzalo Tapia Gutiérrez, secretario general del Ayuntamiento de Chilpancingo, quien fue asesinado a balazos el jueves pasado, tan solo tres días después de asumir el cargo. Tapia Gutiérrez fue atacado mientras caminaba por las calles Teófilo Olea Leyva y Madero, cerca de la plaza Primer Congreso de Anáhuac. Las autoridades informaron que el cuerpo presentaba al menos cuatro impactos de bala, dos en la espalda y dos en la cabeza.
Además, el viernes, un capitán del Ejército y exmando de la Policía Estatal, quien estaba destinado a asumir la Secretaría de Seguridad Pública en el nuevo gobierno de Arcos Catalán, también fue asesinado, lo que agrava la tensión en la ciudad.
Estos violentos sucesos han generado una gran conmoción en Chilpancingo y han puesto en evidencia la grave situación de violencia e inseguridad que afecta a la región, sumergida en una escalada de violencia que afecta a sus líderes políticos y a la población.