En Valencia, la visita de las máximas autoridades del país, incluido el rey Felipe VI, el presidente del gobierno regional, Carlos Mazón, y el presidente del gobierno español, Pedro Sánchez, fue recibida con descontento por parte de los afectados por las lluvias torrenciales que asolaron la región. La tragedia, que ha dejado más de 200 muertos y cientos de desaparecidos, ha generado un ambiente de indignación ante la percepción de una respuesta inadecuada por parte de las autoridades.

Los líderes se desplazaron a las localidades más impactadas el domingo, seis días después de las inundaciones. Sin embargo, muchos residentes denunciaron la tardanza en la llegada de la ayuda, atribuyendo la situación a disputas políticas entre el gobierno regional y el nacional. Durante la visita, algunos manifestantes lanzaron barro y gritaron consignas de protesta, mientras que otros expresaron su agradecimiento al rey por acercarse a dialogar con los afectados.

Las imágenes de la visita muestran momentos de tensión, con la guardia personal del rey resguardándolo bajo un paraguas mientras la reina Letizia se mostraba visiblemente afectada por la situación. En el transcurso de la jornada, el automóvil del presidente Sánchez fue atacado, obligando a su evacuación.

Los reclamos se centraron en la falta de avisos oportunos a la población y la crítica gestión de las emergencias, especialmente tras el incremento de alertas meteorológicas. La Agencia Estatal de Meteorología había elevado su nivel de alerta por inundaciones, pero muchos argumentan que las autoridades locales no reaccionaron a tiempo.

Además, el gobierno central enfrenta reproches por no haber movilizado recursos militares para la respuesta, así como por rechazar ayuda internacional en forma de bomberos para las labores de rescate. La falta de declaración de estado de alarma también ha sido un punto de controversia, ya que podría haber facilitado la coordinación de los esfuerzos de recuperación.

La catástrofe en Valencia se ha convertido en la peor relacionada con inundaciones en Europa desde 1967, con un saldo de víctimas que podría aumentar y miles de hogares afectados por cortes de electricidad y daños severos en infraestructuras. La situación pone de relieve la necesidad urgente de una respuesta más eficaz y coordinada ante emergencias de esta magnitud.