«Durante las reuniones en el marco de la cumbre BRICS surgieron nuevos acuerdos», dijo Alexéi Lijachov, director de Rosatom, durante la botadura del rompehielos atómico ‘Chukotka’ en San Petersburgo.
Por ello, añadió, «es muy importante estudiar la construcción en serie de centrales nucleares flotantes tanto en interés de las empresas en territorio ruso, como en interés de nuestros socios extranjeros».
Lijachov, quien destacó que a día de hoy ya se están construyendo otras dos de esas plantas, aludió a la modernización tecnológica en el caso de las centrales flotantes que se instalarán en zonas «tropicales».
Añadió que dichas centrales se suministrarán sólo a «países amistosos», sin precisar si se trata de Asia, África o América Latina.
En el pasado Rosatom confirmó a EFE su interés en exportar centrales nucleares flotantes de baja potencia a Argentina y Brasil.
La primera central nuclear flotante del mundo, ‘Akadémik Lomonósov’, construida a prueba de tsunamis e impacto de icebergs, fue botada en 2019 entre las críticas de los ecologistas que la consideraron una bomba de relojería comparable a la planta de Chernóbil, escenario de la mayor catástrofe nuclear de la historia en 1986.
Con una potencia de 70 megavatios y 50 gigacalorías, y capacidad para suministrar electricidad y energía calorífica a una ciudad de casi 100 000 habitantes, la planta fue atracada en el puerto de Pevek, que se encuentra en la región rusa de Chukotka, frente a Alaska.
Estados Unidos también botó en 1968 una central flotante (Surgis) en el Canal de Panamá, pero la desguazó en 1976 por el alto coste de mantenimiento.