Muchos peregrinos que llegan a la Basílica de Guadalupe desde distintas partes de México lo hacen acompañados de perros, ya sean propios o callejeros, que se unen a las largas filas de devotos. Sin embargo, al finalizar las festividades del 12 de diciembre, al regresar a sus comunidades, los peregrinos dejan atrás a los perritos que los acompañaron. Así, cada año, muchos de estos «lomitos» quedan vagando en la Villa de Guadalupe.
Aquí te contamos más sobre este problema de protección animal: