Un tribunal en Zhuhai, al sur de China, dictó este viernes la pena de muerte para Fan Weiqiu, un hombre de 62 años que causó la muerte de 35 personas al embestir con su vehículo a una multitud que se encontraba en un centro deportivo. Este trágico hecho, ocurrido el mes pasado, generó una oleada de preocupación en el país sobre los asesinatos en masa.
Según las investigaciones, Fan actuó impulsado por la ira tras sentirse insatisfecho con los términos de su divorcio. Durante el juicio, el tribunal destacó la extrema gravedad de los hechos, calificando las acciones de Fan como «crueles y despreciables». Asimismo, subrayó las severas consecuencias sociales derivadas de este acto de violencia, que dejó además 43 heridos.
Tras el ataque, Fan fue encontrado dentro de su vehículo intentando quitarse la vida con un cuchillo. Las autoridades señalaron que se declaró culpable de poner en peligro la seguridad pública mediante métodos peligrosos.
Reacciones y contexto
El caso de Fan es el más reciente en una serie de ataques similares ocurridos en China entre octubre y noviembre. Estos sucesos llevaron al presidente Xi Jinping a instar a los gobiernos locales a intensificar las medidas de prevención contra “casos extremos”. Como respuesta, las autoridades locales han iniciado revisiones para identificar disputas personales que podrían desencadenar este tipo de crímenes, desde conflictos matrimoniales hasta disputas por herencias.
La sentencia contra Fan ha sido inusualmente rápida en comparación con otros casos judiciales en el país. Apenas unos días antes, un tribunal en la provincia de Hunan condenó a un conductor a la pena de muerte con suspensión de dos años, tras herir a 30 personas al atropellar a estudiantes y sus padres. Este tipo de condenas suelen ser conmutadas posteriormente por cadena perpetua.
Un problema recurrente en China
Los ataques a multitudes, ya sea con vehículos o armas blancas, no son nuevos en China. En muchos casos, los agresores buscan descargar su frustración y resentimiento hacia la sociedad. Este tipo de crímenes, conocidos como actos de “venganza contra la sociedad”, suelen estar motivados por problemas personales que derivan en explosiones de violencia.
En el caso de Zhuhai, la policía tardó 24 horas en anunciar el número total de víctimas, un retraso que ha sido criticado por los ciudadanos. Las autoridades chinas mantienen un estricto control sobre la información de estos ataques, limitando la difusión de videos o testimonios en redes sociales.
Tras el ataque, el centro deportivo donde ocurrió la tragedia fue cerrado al público, mientras que ciudadanos locales colocaron flores en una plaza cercana como muestra de luto.
Con esta sentencia, el gobierno chino busca enviar un mensaje contundente frente a este tipo de actos violentos y reforzar las estrategias de prevención para evitar futuras tragedias.