Recientemente, la salud del papa Francisco se vio mermada debido a una bronquitis que se convirtió en neumonía. Afortunadamente, los médicos lo reportan estable, pero todavía se encuentra delicado. En ese panorama, surgió el cuestionamiento de qué pasaría si falleciera.
Para ese tipo de situaciones, existe el cónclave, uno de los eventos más importantes de la iglesia católica. Este proceso está lleno de misterio debido a que se lleva a cabo a puerta cerrada. De hecho, de ahí deriva su nombre, del latín “cum clave”, que significa “bajo llave”, pues hace referencia al aislamiento al que se someten los asistentes.
Además, no tiene límite de tiempo, por lo que los sacerdotes podrían estar encerrados hasta llegar a una elección unánime.
Cuando un papa fallece, el camarlengo (administrador de la Santa Sede) certifica su muerte y sella la habitación papal. Luego, se destruye el Anillo del Pescador, grabado con un sello que porta la imagen de San Pedro y que porta el papa como su sucesor. Finalmente, se declara el periodo de Sede Vacante.
Tras la muerte del papa, el protocolo indica que debe haber un periodo de 20 días para organizar y convocar al ejercicio.
Todos los cardenales del mundo participan
Para el cónclave, todos los cardenales del mundo viajan al Vaticano con la intención de elegir al próximo líder católico. Dicha ceremonia se realiza en la Capilla Sixtina, con cardenales menores de 80 años.
Durante el cónclave, se realizan votaciones secretas hasta que un candidato obtiene dos tercios de los votos. Tras ello, ocurre la quema de papeletas y se anuncia con humo blanco. Si no se alcanzan los votos requeridos, sale humo negro.
Después de que hay un elegido, se le hace la siguiente pregunta: “Aceptas tu elección canónica como Sumo Pontífice”. Tras ello, el nuevo papa debe elegir su nombre y es vestido con la sotana blanca.
Momentos después, el cardenal protodiácono anuncia desde el balcón de la Basílica de San Pedro el famoso Habemus Papam antes de que el nuevo pontífice aparezca en el balcón para dar su primera bendición a Roma y al mundo.