Hay artistas que siguen la corriente, y luego están aquellos que se convierten en río. Natalia Lafourcade pertenece a los segundos, a los que nacen con el don de hacer que una canción sea más que sonido, que sea historia, que sea raíz. Su voz no es solo melodía, es la huella de quienes han amado, han perdido y han vuelto a empezar. Su carrera es un testimonio de evolución, de un viaje que comenzó con acordes juguetones y terminó en un canto profundo a la tierra, a la memoria, al tiempo.
Los inicios de Natalia Lafourcade: Raíces en Veracruz
Todo inició en Coatepec, Veracruz, donde los días olían a café y a tormenta. Natalia creció entre instrumentos y partituras, con una infancia marcada por la música en cada esquina. A los dieciséis años, mientras muchos apenas buscan su camino, ella ya tenía uno claro. En 2002, lanzó su primer álbum, «Natalia Lafourcade», un compendio de energía juvenil que nos dejó himnos como «En el 2000» y «Busca un problema». Pop alternativo con un dejo de irreverencia, una carta de presentación que anunciaba que no sería una estrella fugaz.
Pero Natalia nunca ha sido de las que se quedan quietas. En 2005, junto a su banda La Forquetina, experimentó con un sonido más crudo en «Casa», un disco que le valió su primer Grammy Latino. Y luego, el silencio. O eso parecía. Lo que vino después no fue una pausa, sino un reencuentro. Porque a veces hay que alejarse para entender de dónde venimos.
«Hu Hu Hu»: La reinvención de Natalia en 2009
Cuando regresó en 2009 con «Hu Hu Hu», lo hizo con la certeza de que la música no es un género, sino un lenguaje. El álbum fue una mezcla de pop, folk y sonidos experimentales que mostraban a una Natalia más introspectiva, más creadora. Pero la gran transformación aún estaba por llegar.
«Hasta la raíz»: El disco que marcó un antes y un después
Y entonces, llegó la raíz. En 2015, con «Hasta la raíz», Natalia Lafourcade dejó de ser solo una cantautora y se convirtió en una cronista de la emoción humana. Aquí no había artificios ni distracciones, solo una voz y una guitarra contando historias de amor y pérdida, de ida y regreso. Fue un disco que se sintió como una confesión y que, sin proponérselo, se convirtió en un himno para toda una generación.
«Musas» y «Mujer Divina»: Homenajes a la música latinoamericana
Después vinieron los homenajes, primero con «Mujer Divina» (2012), un tributo a Agustín Lara, y luego con «Musas» Vol. 1 y 2 (2017-2018), donde su voz se sumergió en el alma de la música latinoamericana. Allí estaban Violeta Parra, Mercedes Sosa, Chavela Vargas, presentes en cada acorde, en cada frase. Pero Natalia no solo cantaba sus canciones, las volvía suyas, como si el tiempo fuera un mero espejismo y la música fuera eterna.
«Un Canto por México»: Más que un álbum, un acto de resistencia
En 2020, su voz se convirtió en un acto de resistencia con «Un Canto por México», un proyecto que buscaba recaudar fondos para reconstruir el Centro de Documentación del Son Jarocho. Pero el disco terminó siendo mucho más que eso. Fue una celebración de la identidad, un grito de orgullo, un abrazo a México en su estado más puro.
«De todas las flores»: La madurez de un estilo único
Y cuando parecía que ya lo había dicho todo, en 2022 nos regaló «De todas las flores», un álbum que no tiene prisa, que se cocina a fuego lento, que respira en cada nota. Un disco para escuchar con los ojos cerrados, para sentir en la piel.
«Cancionera Tour 2025»: Natalia Lafourcade sigue dejando huella
Hoy, en 2025, Natalia sigue en movimiento. Con su Cancionera Tour, recorre escenarios internacionales, reafirmando su lugar como una de las artistas más influyentes de la música latina. Y quizás, mientras el mundo la aplaude, ella ya esté pensando en la próxima historia que merezca ser cantada.
Porque Natalia Lafourcade no solo hace música. Natalia Lafourcade es música.
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