Con motivo de la Semana Santa, autoridades federales y locales han reforzado las medidas contra el desperdicio de agua durante el tradicional Sábado de Gloria, celebrado este año el 19 de abril. La celebración, aunque simbólica dentro del calendario católico, ha sido motivo de restricciones debido al uso excesivo de agua, en un contexto de crisis hídrica nacional.
Las sanciones incluyen multas que van de los $11,314 a los $33,942 pesos, además de posibles arrestos de hasta 36 horas o trabajo comunitario para quienes sean sorprendidos derrochando agua, especialmente en la Zona Metropolitana del Valle de México.
¿Qué es el Sábado de Gloria?
El Sábado de Gloria, también conocido como Sábado Santo, es una fecha de recogimiento espiritual que marca el final del duelo por la muerte de Jesucristo y la espera de su resurrección. Durante esta jornada, muchas comunidades participan en celebraciones religiosas, bautizos comunitarios y vigilias nocturnas.
En el pasado, algunas regiones del país mantenían la costumbre de mojar a las personas con agua, como símbolo de purificación. Sin embargo, debido a la escasez del recurso, esta práctica ha disminuido significativamente y está sujeta a sanciones.
¿Por qué hay sanciones por desperdiciar agua?
El uso indiscriminado del agua durante festividades como el Sábado de Gloria ha generado preocupación entre las autoridades, especialmente en un año marcado por una de las sequías más severas en México. Por ello, se han activado protocolos de vigilancia y penalización en diversas entidades.
Según la Ley de Derecho al Acceso, Disposición y Saneamiento del Agua,; quienes incurran en el despilfarro del líquido serán sancionados económicamente. A su vez, la Ley de Cultura Cívica de la Ciudad de México; contempla arresto o trabajo comunitario como medida adicional.
Medidas aplicables durante todo el año
Aunque las restricciones se refuerzan en fechas específicas como la Semana Santa,; las normativas contra el uso indebido del agua están vigentes durante todo el año. Las autoridades locales han reiterado que no se trata de prohibir las tradiciones,; sino de adaptarlas a la actual realidad climática y promover un uso responsable del agua.