Cuando Donald Trump ganó en 2016, Hollywood rugió. Estrellas, directores, guionistas: todos parecían tener algo que decir, un chiste que lanzar, una indignación que escupir. Durante cuatro años, la industria del cine fue trinchera y teatro de resistencia. Pero ahora, en el ecuador de sus primeros cien días de su segundo mandato, algo ha cambiado. Hollywood guarda silencio. Un silencio incómodo, pesado, casi inexplicable.

¿Por qué Hollywood guarda silencio ahora?

Sí, hay quien rompe la calma, tímidamente, en las últimas semanas. Sin embargo, la industria —ese gigantesco engranaje de egos, sueños y capital— parece ahora menos combativa. ¿Qué ha pasado? Algunos apuntan a los riesgos económicos. Otros, a la conciencia de que la voz de Hollywood, a veces percibida como la de una élite progresista, puede terminar alejando más que convenciendo.

“Ya todo el mundo sabe lo que Hollywood piensa de Trump”, comenta Grant Reeher, exdirector del Instituto Campbell de Asuntos Públicos. “¿Qué más queda por decir?” Después de nueve años de críticas, sketches, canciones y parodias, tal vez el público ya no escucha con el mismo entusiasmo. Tal vez, incluso, escucha con recelo.

La economía detrás del silencio

El cálculo es simple: la industria del cine sigue siendo un negocio. Y enfrentarse a Trump, con su base de millones de fieles, puede ser un riesgo que no todos están dispuestos a correr. Especialmente en tiempos donde los grandes estudios navegan incertidumbres, crisis de audiencias y una rivalidad global, marcada, entre otros, por la reducción de estrenos estadounidenses en China.

Mientras tanto, pequeños gestos dispersos intentan mantener viva la chispa. George Clooney —quien en su momento fue un abanderado de la resistencia— reapareció con declaraciones medidas, defendiendo a la prensa como último bastión ante los abusos del poder. Trump, siempre atento, respondió llamándolo «estrella de cine de segunda» y «comentarista político fracasado». Fue el primer choque directo entre Hollywood y la Casa Blanca en esta nueva era.

Los gestos dispersos de Hollywood: entre el silencio y la resistencia

Otros, como Pedro Pascal, Tilda Swinton o Troye Sivan, han elegido el camino del símbolo. Camisetas que protegen a las mujeres trans, mensajes cifrados en redes sociales, colaboraciones artísticas con figuras como Bernie Sanders. Salma Hayek también dejó su huella, recordando la fuerza económica de la comunidad latina, mientras los gigantes del entretenimiento ajustan sus estrategias internas.

Disney ha reculado en sus programas de diversidad; Paramount ha desactivado objetivos de inclusión; Warner cambia nombres, matiza políticas. Todo bajo el peso de una nueva amenaza: ser el próximo blanco de la maquinaria federal que ya se enfrenta con universidades como Harvard.

La respuesta de Hollywood ante la amenaza de Trump

¿Es el miedo? ¿Es la estrategia? ¿O es simplemente el agotamiento de una batalla que parece no tener fin?

Lo cierto es que, mientras Hollywood evalúa sus próximos pasos, algunas figuras comienzan a ver a Trump con otros ojos. Bill Maher, comediante ácido y habitual enemigo del expresidente, se reunió con él para luego declarar que «no hay un loco viviendo en la Casa Blanca». Una frase que resume, mejor que cualquier otra, el desconcierto que hoy recorre los pasillos de la industria.

Hollywood, el gran narrador de epopeyas, guarda ahora silencio. Y como en toda buena historia, el silencio es solo el preludio de algo más.

Alicia García de Francisco