Una vida marcada por la fe y la enseñanza
Inah Canabarro, reconocida mundialmente por su longevidad, falleció a los 116 años el 30 de abril de 2025, en Porto Alegre, Brasil. Fue la monja brasileña más longeva registrada en la historia reciente y considerada oficialmente como la persona más anciana del mundo desde 2024.
Nació el 8 de junio de 1908 en São Francisco de Assis, una localidad del estado de Rio Grande do Sul. Provenía de una familia con un fuerte legado histórico: era descendiente directa del general David Canabarro, figura clave en la Revolución Farroupilha.
A los 16 años ingresó a la vida religiosa. En 1928 hizo sus votos en Montevideo, Uruguay. Desde entonces, se dedicó a la enseñanza, formando generaciones enteras a lo largo de décadas.
En 1934 se unió a la Congregación de las Hermanas Teresianas. Como monja brasileña, fundó escuelas, organizó bandas musicales escolares y desarrolló programas educativos en ciudades fronterizas entre Brasil y Uruguay.
Admiración mundial por su longevidad
La longevidad de Inah fue motivo de estudios y homenajes. Su rutina estaba marcada por la espiritualidad, la disciplina y el buen humor. Al cumplir 110 años, el Papa Francisco le envió una bendición personal por su testimonio de vida.
Inah atribuía su longevidad a su fe profunda, una dieta balanceada y mantener la mente ocupada. Siempre respondía con alegría a quienes le preguntaban su secreto: “Soy joven, bonita y muy simpática”.
Sus últimos años los vivió en una residencia religiosa en Porto Alegre, acompañada por sus hermanas de congregación. A pesar de su avanzada edad, mantuvo claridad mental y entusiasmo por la vida hasta sus últimos días.
Con su muerte, el título de persona más longeva del mundo quedará vacante hasta una nueva confirmación oficial. No obstante, su legado trasciende el récord: Inah Canabarro representa una historia de servicio, humildad y amor por el prójimo.
Su entierro fue acompañado por cientos de personas, que recordaron su vida como un faro de inspiración. En Brasil, su nombre se ha convertido en sinónimo de fortaleza espiritual y longevidad admirable.