En el centro de detención de Bluebonnet, Texas, el mensaje fue claro. Más de 30 migrantes recluidos allí se colocaron de modo tal que un dron de la agencia de noticias Reuters capturó un estremecedor mensaje: “SOS” se leía por medio de los llamativos uniformes.
De acuerdo a fuentes cercanas, la mayoría de los allí retratados son de origen venezolano, quienes aseguran cargar con el mayor de los miedos por caer en el Centro de Confinamiento del Terrorismo (CECOT), ubicado en El Salvador y que ha fungido como mano derecha ante las reformas impuestas por Donald Trump.
Para el republicano, los inmigrantes siembran el terror y el crimen por sus calles, pues asegura que aquellos hoy privados de su libertad pertenecen a la organización criminal “Tren de Aragua”. Los familiares lo contradicen, alegan que su único delito fue no tener papales que hicieran valer su integridad y sus derechos humanos (como si fuera necesario un documento para que esto se cumpla).
Pero el 18 de abril este grupo de detenidos casi caía en la fortaleza de Nayib Bukele. Arribando a la aeronave que los llevarían a tierras salvadoreñas, una orden de la Corte Suprema de Estados Unidos frenó la iniciativa; los migrantes regresaron a sus celdas en Bluebonnet.
Un testimonio de los allí recluidos deja ver que su objetivo es volver a Venezuela, su tierra natal, pues desde que empezaron estas exigentes reformas migratorias, voluntariamente solicitó su repatriación, la cual fue ignorada y alternada por esta otra: clasificarlo como criminal y proseguir mediante la Ley de Enemigos Extranjeros, concebida en 1798 y que permite la expulsión del país sin antes pasar el asunto por el tribunal migratorio.