Para quienes crecieron en los 80 y 90, Hulk Hogan era imposible de ignorar. Estaba en los posters, las loncheras, las camisetas, los videojuegos, las películas y, claro, en la televisión, donde cada semana convertía el ring en un escenario que parecía más grande que la realidad. No era solo un luchador; era una imagen que quedó grabada en la memoria colectiva. Su bigote rubio, su bandana, sus brazos enormes y esa voz ronca que parecía venir de un lugar entre la garganta y la épica.
El nacimiento del mito
Terry Gene Bollea nació en Georgia en 1953. No fue un camino fácil ni lineal, pero su cuerpo parecía hecho para algo grande. Debutó en la lucha libre en 1977 y, con un nombre nuevo, creó un personaje que pronto fue más grande que él mismo y que cambió para siempre la industria.
La lucha libre antes y después de Hulk Hogan
Antes de Hogan, la lucha libre era un espectáculo local, una tradición limitada a ciertos lugares. Él la llevó a otro nivel. Fue el primero en aparecer en Saturday Night Live, en protagonizar películas y en volverse un rostro conocido para gente que ni siquiera seguía el wrestling.
El momento que lo inmortalizó
El momento que definió su carrera llegó en WrestleMania III en 1987. Frente a más de 90,000 personas, levantó a André the Giant —una montaña de más de 230 kilos— y lo tiró con un body slam que nadie creía posible. No fue solo un golpe, fue un símbolo. Lo imposible parecía alcanzable. Hulk Hogan no solo ganaba peleas, levantaba sueños.
Hulkamania: una filosofía de vida
“Hulkamania” era más que un grito de guerra. Era un mensaje simple: entrena, reza, come vitaminas y cree en ti. Con esa fórmula, millones se sintieron héroes, aunque solo fuera en su imaginación. Y cuando la imagen de héroe empezó a cansar, Hulk Hogan supo cambiar.
Del héroe al villano: el giro oscuro
En los 90, dejó el rojo y amarillo para unirse a la nWo vestido de negro. Se volvió villano, rebelde, y ayudó a crear una nueva era más oscura y compleja. Cambió las reglas y le dio nueva vida al wrestling.
Una leyenda que no muere
Murió el 24 de julio de 2025, a los 71 años. Pero Hulkamania no murió con él. Su legado no está en los títulos ni en los estadios llenos. Está en haber hecho que millones soñaran. En recordarnos que, con un grito y una pose, cualquiera puede sentirse más grande que la vida.
Y eso, para quienes lo vivieron, no se olvida.
«Whatcha gonna do when Hulkamania runs wild on you?»
