Guillermo del Toro brilló este fin de semana en el Festival de Cine de Venecia, donde presentó su esperada adaptación de Frankenstein y sorprendió con su aparición en la proyección del documental Sangre del Toro, dedicado a su vida y obra. El cineasta mexicano reafirmó su lugar como una de las figuras más destacadas del certamen.
El estreno de Frankenstein tuvo como protagonistas a Oscar Isaac en el papel del científico y a Jacob Elordi como un inusual monstruo. Durante la rueda de prensa, Del Toro se mostró fiel a su estilo crítico y reflexivo, dejando una de las frases más comentadas del festival:
“No me asusta la inteligencia artificial, sino la estupidez natural, que es más abundante”, aseguró, añadiendo que vivimos “un tiempo de terror e intimidación” donde el arte debe responder con amor.
Reflexiones de un creador
Ganador del León de Oro en 2017 con La forma del agua, Del Toro explicó que su versión de Frankenstein no busca retratar la irrupción de la inteligencia artificial, sino explorar la pregunta esencial de qué convierte a alguien en humano. “La característica multicromática de los seres humanos es que son capaces de ser blanco, negro, gris y todos los tonos intermedios”, señaló.
El cineasta confesó que su película es profundamente biográfica, reflejando la coexistencia entre belleza y horror, un sello presente en toda su obra.
Entre documental y confesiones
Un día antes, el director apareció por sorpresa en la proyección de Sangre del Toro, documental del francés Yves Montmayeur incluido en la sección Venecia Classics. La cinta se construye a partir de imágenes de la exposición En casa con mis monstruos, entrevistas y fragmentos de clásicos como El laberinto del fauno y Hellboy.
Allí, Del Toro recordó su infancia en Guadalajara, su fascinación por lo gótico y su amor por Frankenstein, obra que considera esencial en su vida. Entre risas, confesó que “podemos estar jodidos y crear arte. De hecho, debemos estar jodidos”, provocando carcajadas entre el público.
Entre reflexiones íntimas, humor y una visión crítica del presente, Guillermo del Toro se reafirmó en Venecia como un creador apasionado, capaz de defender la humanidad en tiempos inciertos.
