Rodrigo Paz, líder del Partido Demócrata Cristiano (PDC), fue electo presidente de Bolivia este domingo 19 de octubre, tras obtener el 54,5% de los votos en el conteo rápido del Tribunal Supremo Electoral (TSE). La jornada electoral se desarrolló en todo el país, con una participación activa de la ciudadanía que decidió dar un giro al rumbo político nacional.

Su propuesta de “capitalismo para todos” logró captar votos de diversos sectores, incluyendo parte del electorado del Movimiento al Socialismo (MAS), debilitado tras dos décadas de hegemonía.

La victoria de Paz representa un giro significativo en la política boliviana. Hasta hace dos meses, su candidatura parecía improbable, pero tras ganar sorpresivamente la primera vuelta, consolidó su liderazgo con una amplia ventaja frente a Jorge Tuto Quiroga, quien suma cuatro intentos fallidos de llegar al poder.

El nuevo mandatario, formado en la gestión municipal, capitalizó el desgaste del MAS y presentó una propuesta que atrajo a una nueva clase media aimara, compuesta por universitarios, comerciantes y empresarios emergentes. Su promesa de eliminar “el Estado tranca” resonó entre quienes buscan mayor libertad económica.

Mientras Paz apostó por un modelo de desarrollo inclusivo, Quiroga propuso medidas más drásticas como eliminar el subsidio a los combustibles y recurrir al Fondo Monetario Internacional para enfrentar la recesión. Estas propuestas generaron preocupación en sectores populares, lo que pudo influir en los resultados.

La distribución regional del voto también fue clave. Paz ganó en seis de los ocho departamentos, incluyendo La Paz, donde superó el 60% de apoyo. Quiroga, por su parte, se impuso en Santa Cruz, bastión de la derecha tradicional y centro de exportación agroindustrial.

El triunfo de Rodrigo Paz marca el inicio de un nuevo ciclo político, alejado del estatismo del MAS pero sin el giro radical que proponía Quiroga. Su enfoque busca integrar a sectores históricamente excluidos, reconociendo su ascenso social y económico.

Aunque el modelo de “capitalismo para todos” aún está en construcción, la expectativa es alta. Bolivia se enfrenta ahora al reto de consolidar esta transición con estabilidad y diálogo entre sus diversas regiones y grupos sociales.