Los agentes de seguridad del Louvre pudieron haber impedido la fuga de los ladrones que asaltaron el museo el pasado 19 de octubre si tan solo hubieran reaccionado apenas 30 segundos antes.

Lo anterior, de acuerdo con una investigación administrativa presentada ante el Senado de Francia.

Según Noël Corbin, jefe de la Inspección General de Asuntos Culturales, los agentes pudieron usar un coche y detener a los sospechosos.

Ante el Senado, explicó que esos “30 preciados segundos” habrían sido decisivos, aunque destacó que es una evaluación hecha “a posteriori”.

La alerta, detalló, fue imposible debido a la inadecuación del equipo de seguridad, incluida la falta de cámaras operativas y de un sistema centralizado para monitorearlas.

La investigación también dejó al descubierto un “encadenamiento de fragilidades” en el funcionamiento del Louvre que afecta desde hace años, que va desde la longevidad de las instalaciones, la subestimación de los riesgos de robo y la falta de coordinación.

En la zona del robo, solo había una cámara en funcionamiento, pero pese a su calidad mediocre permitía ver los preparativos del asalto.

Sin embargo, el Louvre no cuenta con un puesto central para el monitoreo simultáneo, por lo que las imágenes de los ladrones iniciando su operación, que duró solo entre siete y ocho minutos, no fueron vistas en directo.

A eso se sumó una “insuficiencia de los dispositivos mecánicos” de seguridad, ya que el tiempo de resistencia de la ventana del sector afectado la Galería de Apolo fue “extremadamente débil”, según Corbin.

Sin embargo, dejó en claro que la rápida intervención de los agentes de seguridad del museo y de la policía sí impidió que los ladrones pudieran quemar las pistas de su huida, tal y como habían planeado.