Tal parece que en el Partido Acción Nacional (PAN) poblano no han medido lo competida que será la próxima elección, en la que se renovará presidente de la república, gobernador, diputados -locales y federales- y ediles.

En el PAN que encabeza Jesús Giles Carmona parece que el exceso de confianza empieza a permear.

O saben algo que los poblanos no conocemos, o de plano le están jugando al vivo.

Pareciera que los panistas morenovallistas juegan a la ruleta rusa.

Me parece muy peligroso el hecho de que los mandones de Acción Nacional de la localidad crean tener en la bolsa el triunfo de los comicios que se avecinan.

El querer expulsar de las filas del PAN a 73 militantes panistas de hueso colorado, quienes están identificados con al menos un sector albiazul en el estado, parece un suicidio.

¿No sería mejor tratar de negociar con ellos?

¿No sería preferible evitar una desbandada en el PAN que pudiera meter en problemas los futuros proyectos de los futuros candidatos en 2018, sólo por querer tomar revancha sacando de su propia casa a los ex dueños de la franquicia?

¿No estará cometiendo un grave error el dirigente del PAN en Puebla al enemistarse con los viejos panistas?

Me parece muy arriesgado que a estas alturas el PAN poblano se mofe de su militancia tradicional cuando la lucha electoral que se viene con Morena va a ser un agarrón de antología.

Porque si bien esos panistas, de la talla de Rafael Micalco Méndez, ex dirigente estatal, han realizado campaña de brazos caídos en los últimos años en su partido para el 2018 el PAN estatal requiere de la suma de todas sus fuerzas.

Difícilmente el panismo de antaño se sumaría a la carga de Morena y de Andrés Manuel López Obrador (AMLO); sin embargo, tampoco sería bueno poner a prueba la lealtad de esos panistas “rijosos” cuando ya se ha visto que no comulgan para nada con el proyecto morenovallista.

Apostar a la descomposición y fragmentación del PAN poblano es muy arriesgado, aunque sea antes de que esté más avanzado el proceso electoral que viene.

La intención de querer expulsar a 73 panistas de su partido parece un reflejo de la posible negociación que sostiene ya desde ahora el ex gobernador Rafael Moreno Valle Rosas (RMV) con el dirigente nacional de Acción Nacional, Ricardo Anaya Cortés.

Y es aquí donde habría que recordar que desde que llegó Moreno Valle al PAN la dirigencia nacional le ha permitido hacer y deshacer en su comité de Puebla, incluso el hecho de haber desplazado al yunque.

Hoy, si continúan las negociaciones con el ex mandatario para definir al candidato panista a la presidencia de la república no sería extraño que le permitieran y solaparan continuar haciendo lo que se le antoje en su partido.

No le veo otra explicación razonable a la tan anunciada y promovida expulsión de un grupo de panistas.

Lo cierto, sí, es que el morenovallismo sigue controlando en el estado a la mayoría de los partidos políticos como el PAN, el PRD y hasta el PRI de Jorge Estefan Chidiac.

La aprobación de la última cuenta pública del ex gobernador en el Congreso del Estado es el mejor ejemplo.

La borregada de la bancada priista avaló sin mayor reclamo las cuentas de su amo y señor, perdón, del exgobernador Moreno Valle.

Así que los panistas tradicionales que se pueden esperar.

Lo que deberían hacer es exigir a su dirigente nacional una explicación de todo lo que les ocurre.

Eso sí, por supuesto, primero asumiendo la responsabilidad de haber dejado entrar al PAN a RMV en el 2010 sin problema alguno.

Porque bien dicen, el que por su gusto muere hasta la muerte le sabe.

¿O no?

 

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