El presidente de Argentina, Mauricio Macri, y su equipo no la están pasando nada bien, pues el contexto mundial y la pesada herencia económica que les dejara la era del kirchnerismo a su país, donde se privilegió el excesivo proteccionismo, las nefastas políticas de control de cambios, los exagerados subsidios y el fuerte gasto público -a todas luces medidas populistas-, les ha acarreado un fuerte déficit fiscal.
Aun cuando el Gobierno viene haciendo un extraordinario esfuerzo para mejorar el acceso al crédito externo y disminuir la todavía desfavorable calificación para contar con una posición más amigable hacia los inversores del exterior, el propio presidente Macri ha salido a anunciar que su país tendrá que volver a recurrir al Fondo Monetario Internacional (FMI) para obtener un préstamo financiero que le ayude a atravesar la actual crisis económica.
No obstante que los dos primeros años de su Gobierno, las condiciones internacionales les fueron favorables, ahora el país gaucho se encuentra en una coyuntura más difícil ante el aumento de las tasas de interés en EEUU, la devaluación de las monedas y la gradual subida de los precios del petróleo que los afecta directamente ante su enorme dependencia en la importación del crudo, entre otros aspectos, que los obliga a recurrir al FMI debido a su mayor necesidad del financiamiento externo para sostener su gasto público.
Luego de varios años de ausencia a las auditorías de aquel organismo internacional ante la suspensión del Gobierno del entonces presidente Néstor Kirchner y, frente a la absoluta falta de credibilidad y confiabilidad de los datos oficiales ofrecidos por aquel régimen, la misión del FMI que visitó Buenos Aires para verificar las cuentas públicas del país y sus proyecciones, determinó que debería realizarse un duro sinceramiento de la economía; esto es, transparentar sus indicadores admitiendo que la existencia de los problemas deberían ser superados con la aplicación de ciertas medidas de ajuste ya que la inflación no era el único problema al cual se enfrentaba el régimen de Macri desde que asumió el poder.
Si bien la opinión pública está dividida sobre si la decisión del presidente Macri es la correcta, los especialistas coinciden en que la iniciativa –aunque un poco tarde- era inevitable, teniendo en cuenta el actual escenario económico y financiero.
No hay Gobierno en Argentina que resista una crisis económica y el kirchnerismo lo sabe al dedillo y, mientras la espuma política crece, a estos radicales del peronismo se les ha dado el oxígeno que necesitaban para reinventarse y ahora vean la gran coyuntura de un choque frontal con los actuales huéspedes de la Casa Rosada para tentar mejores oportunidades en las elecciones del año que viene, luego de sus magros resultados en las últimas.
Por lo pronto, Macri parece haber perdido su estrella y se percibe un cierto mal presagio para ese país de no tomar el Gobierno con energía el timón de la economía y no obtener acelerados resultados que calmen la efervescencia del reclamo.