Mineral de Pozos será el primer Pueblo Mágico sustentable del país, con una Eco-Aldea que comprenderá siete hectáreas con floricultura y residencias artísticas, entre otros aspectos relacionados con el cuidado del medio ambiente.
Ana Azuela, directora del Centro de Artes de Mineral de Pozos, destacó que se trata de uno de los proyectos en materia de sustentabilidad más importantes que se hayan realizado en uno de los 111 Pueblos Mágicos que hay en el país. Esto incluye proyectos sustentables que preservan la naturaleza, arquitectura y paisajismo del pueblo, como el denominado “Comunidad Sostenible”, destacó.
Además, para preservar la arquitectura y estructura original de las casas y construcciones diversas, el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) supervisa las labores de conservación y transformación.
Explicó que dentro de las siete hectáreas de Eco-Aldea habrá una hectárea dedicada al cultivo de plantas endémicas, huertos y floricultura, así como salones para demostraciones de esta actividad que también incluye cuidados de los hongos.
Otras actividades tiene que ver con la permacultura, es decir la preservación de los rasgos culturales de la localidad, aunado a las acciones de cuidado del agua, recolección de agua pluvial y manejo de residuos.
Se trata de un proyecto integral que es financiado con recursos de la iniciativa privada y del gobierno estatal, entre otros y que están orientado a crear un Pueblo Mágico sustentable que sirva de ejemplo para otras localidades en México, destacó Ana Azuela.
Esta localidad ha recibido inversiones en los últimos cinco años por más de mil millones de pesos, de los cuales alrededor de 80 millones se canalizaron a la restauración de su Centro de Artes.
Ana Azuela dijo que es un orgullo para México y para el estado de Guanajuato contar con este complejo de clase mundial que contiene museo y edificios para talleres que le permiten ser un baluarte para el sector cultural del país.
El Centro de Artes se creó a partir de la restauración de la Escuela Modelo que fuera una obra de Porfirio Díaz, inaugurada en 1867, y de acuerdo con las directrices del INAH, se conserva características de la arquitectura local como el uso de piedra caliche.